A el gran Coche, que me inicio en la marihuana y en muchas cosas mas.
"En medio del camino, y mientras nos íbamos dejando atrás las últimas casas del barrio, Coche me hizo la pregunta más difícil de contestar que me hubiesen echo hasta ese momento: ¿Fumas hierba?"
“Los debuts” suelen ser acontecimientos memorables, emblemáticos, y en mi caso particular, hasta de valiosa importancia, pues recurro a ellos para crear historias y jugar a mezclar la fantasía y la realidad, y con eso, intentar ser escritor generando sensaciones en las personas –que bien o mal- me leen.
La primera vez que probé marihuana fue –probablemente- hace cuatro años. Yo era en ese tiempo –y tal vez lo soy ahora- un joven imprudente, altamente confundido, que vivía una constante pelea con sus padres y que se sentía el máximo descubridor de las cosas de la vida. No recuerdo la fecha exacta, pero acaba de cumplir catorce años, ósea que debió ser entre noviembre y diciembre del 2004. Mis padres siempre me inculcaron una cultura antidrogas, anti-vicios, de buenas costumbres, de estricta sumisión católica, y tal vez, hoy soy lo que soy, solo por darles la contra. Nunca vi a mis padres bebiendo licor o fumando, todo lo contrario, el único recuerdo que tengo de ellos, es el de gente trabajadora, que andaba de un lado a otro siempre muy ocupada, que no tenía tiempo para nada, ni siquiera para mi y es por eso, que tal vez nunca me falto nada, excepto ellos. Entonces –volviendo al tema- no tendría en mi deteriorada mente u organismo, ninguna probabilidad de hacerme un consumidor social, ni mucho menos un adicto, pero como a veces –sobre todo en mi vida- las cosas no suceden como tendrían que suceder: ese borroso día, en el barrio de Cuidad y Campo en el Rimac
–en circunstancias que ahora pasaré a explicar- me fume el primero de los muchos tronchos que pasaron por mi vida.
Imagino que estaba peleado con mis padres y por eso andaba durmiendo en una casa que no era la mía. ¿Cómo llegue al Rimac? Sinceramente no lo sé, podría decir que es la gran interrogante de mi vida, como lo es también, el como conocí a Coche, “El gran Coche”. Antes de escribir esta historia he tratado de buscarlo, pero me ha sido imposible dar con él, no conozco donde vive, ni siquiera sé su verdadero nombre, solo recuerdo su enormes ojos verdes, su voz estrepitosa y su facilidad para armar los tronchos.
Coche era un verdadero hijo de puta, era esas personas que no tienen absolutamente nada, pero que a la vez lo pueden conseguir todo. No había nada imposible para “El gran Coche”, eso lo aprendí muy bien y aún hoy practico sus enseñanzas, que no constaban en teorías extensas y aburridas, si no en la practica de sobrellevar la vida misma. Cuando no teníamos comida, pues la robábamos o nos íbamos sin pagar. Cuando no teníamos dinero para movilizarnos o comprar hierba, pues lo pedíamos: él un gringuito bien parecido y yo un trigueñito con cara de idiota, engañábamos a los incautos transeúntes de la avenida Alcázar, con el cuento de que nos habían robado y no teníamos como regresar a nuestra casa. Cuando no había manera de conseguir rila, Coche hacía algo que al principio me causó un miedo profano, pero que luego se convirtió en una de las cosas más endemoniadamente divertidas del mundo: fumar marihuana envuelta en páginas de la Santa Biblia. Cada vez que lo hacía, recordaba a mi abuela obligándome a rezar el Ángelus tres veces al día, a mi madre llevándome a la fuerza a sus grupos de oración y a los curas mañosones del San Francis intentando manosearme, esto causaba que traté de fumar sin medida y que en mis primeros delirios de fumón principiante, recuerde con rencor a mi familia y sobre todo a la iglesia católica, la que aún hoy en día, me sigue inspirando un odio visceral.
El borroso recuerdo que ha quedado en mi mente de ese día, es el de Coche a mi lado pidiéndome que lo acompañe a comer al otro lado del cerro, yo por supuesto acepte encantado. Tenía recién pocos días de conocerlo, pero ya habíamos congeniado bastante. En medio del camino, y mientras íbamos dejando atrás las últimas casas del barrio, Coche me hizo la pregunta más difícil de contestar que me hubiesen echo hasta ese momento: ¿Fumas hierba? Esa simple interrogante causó que mi rostro empalideciera, que mi mirada se pierda, que mi ritmo cardiaco se acelere. Yo jamás había probado marihuana, ni siquiera sabía como era, pero claro, nunca en la vida le diría que no, yo quería caerle bien, quería imitarlo, no quería que me tratase como un idiota. Así que le mentí y no contento con eso, lo inste a que la fumáramos juntos, y él, algo desconcertado por mi emoción, empezó a armar el primer troncho que yo había visto en mi vida. Yo rogaba que no me pida que lo arme, pues de inmediato se daría cuenta de mi inexperiencia, aunque yo presiento que él siempre lo supo, pero que prefirió callarlo para no hacerme sentir mal, pues luego, cuando ya estábamos fumando, me corregía a cada momento las maneras de cómo sujetarlo, ponérmelo en la boca y hasta el tiempo indicado para retener el humo y yo que soy un tonto, y a la vez un mentiroso, trataba de disimular con evasivas o pequeñas mentiras.
Para mi fue algo sorprendente que la marihuana no me intoxicara o me produzca nauseas, pues déjenme decirles que cualquier otro tipo de humo, pero con frecuencia el del tabaco, me causan un terrible malestar que me ha llevado a alejarme de discotecas o bares, en donde hombres y mujeres acaban su vida y de paso con la mía, fumando.
Luego de eso el gran Coche me llevo a comer, yo tenía mucha sed y en mi boca la saliva espesa y un sabor amargo me producían desazón, pero estaba eufórico, riéndome de todo y en ese momento descubrí que ya no sería el mismo de antes, que había cruzado la delgada línea de la inocencia, que a partir de ahora ese niño inocente y algo idiota, tendría que convivir con el delicioso vicio de fumar marihuana.
Desde ese momento he ido aprendiendo regularmente a fumar y suelo –en boca de mis amigos- ser graciosísimo al hacerlo, pues comienzo a dar discursos políticos o a narrar historias eróticas de amantes improbables, que a ellos les divierten mucho, como les divierte también, que mis ojos se achinen exageradamente y es por eso que en algunas partes de Lima, en las que suelen haber personas que han fumado conmigo, me apodan Chino.
Mi gusto por la hierba ha ido aumentando o disminuyendo dependiendo de la etapa de mí vida o mi estado de ánimo, en este momento por ejemplo, ese gusto exquisito ha menguado y mis neuronas tanto como mi alma están sosegadas y distraídas en escribir semana a semana, historias que tal vez imaginé cuando fumaba mucho.
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MaRiHuAnA mIhUaNa RiKa IeRbA rIkA vAiNa (8)!!
ResponderEliminarJaJaJa!!!
AsU k PuEdO dEcIr!!!! ""LEGALIZENLAAAAA""
JaaA!!!!
BuEnA hIsToRiA cOmO sIeMpRe!!!!
*******R*********
xinooo!! jajaja xfin la historia q nos prometiste !!
ResponderEliminartmrr pero debiste dedicarnosla a nosotroz pee!! tuz abastecedorez jajajaja
CORPORACION ADEX JAAA!! MAZ NAAH
BUENA HISTORIA, MUY SINCERA.
ResponderEliminarsiento decirte q no me gusto. creo q te sientes orgulloso de fumar marihuana, eres un mal ejemplo.
ResponderEliminarT.H.M.N
jaaaaa erezz la cagadaa oee...
ResponderEliminar.... falta de la cocaa xD
del extasiss...
i de todo lo q te metes..
jaaaaa
buen blog. volvere.
ResponderEliminarbuen blog, buena historia, buen escritor
ResponderEliminarhola , encontre tu blog por que lo pusiste en el blog de busco novia , muy buena la forma en la que escribes , ten por seguro que volvere .
ResponderEliminarayrton_1_4@hotmail.com agregame
Te encontré de casualidad en Busco novia, te he leído y me parece que escribes muy bien, excepto algunas faltas ortográficas que seguro irás puliendo, pero tienes mucho talento, serás un gran escritor. Las historias que cuentas como tú mismo lo dices algunas son ciertas y otras inventadas, espero que la mayoría sean inventadas porque si fueran reales estarías causando mucho daño a los supuestos protagonistas y no creo que eso sea lo que quieras. saludos y buena suerte!!
ResponderEliminarmuy bueno cuando este listo mi blog te lo dire para q lo vistes y atodos por supuesto bay cuidense
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