domingo, 5 de septiembre de 2010

LUIS NONES, EL MARIDO QUE PERDÍ

A Luis Nones, por la historia que nunca terminó de escribirse.





Luis Nones es uno de esos escritores con algo de talento, que mendiga sin éxito en el ciberespacio, la fama y la fortuna para la que genéticamente están negados. Es gay. No lo acepta, pero lo es. Tiene una novia a la que engaña conmigo (y con muchos chicos más) pues a veces nos acostamos, me la mete o deja que se la meta, o deja que se la mame en el malecón. Hace poco me dijo que ya no podía verme con tanta frecuencia pues el trabajo y su novia no le dejaban tiempo. Le dije que todo estaba bien y... que me lea el lunes. (Hoy, lo debe estar haciendo)


Luis está obsesionado con parecerse al escritor Jaime Bayly que innegablemente es un amor, pero es una pena, si de algo puedo estar seguro, es que eso nunca podrá ser posible. No por que yo lo diga, claro está, sino que resulta siendo evidente la antonimia no solo física, también intelectual que existe entre los dos. Es un vulgar imitador de sus poses, sus frases y hasta su risa, algo así como un Oscar Gayoso. Lucra con el nombre del escritor y sin consentimiento alguno, tiene cuentas sociales en donde ofrece, al mero estilo de un vendedor ambulantes, libros, fotografías, camisetas y un sinfín de productos relacionados con el escritor. Pase, pase caserita, que le sirvo.

Se cruzó en mi camino en el programa de Bayly al que asisto, igual que él, todos los domingos religiosamente desde hace tres años. Nunca le tomé importancia. Siempre me pareció un sujeto parlanchín y jactancioso, de poco nivel cultural y económico. Lo escuchaba hablar de Jaime, o de las cosas que hacía Jaime, o de las cosas que pensaba Jaime como si fuese él mismo. Me causaba gracia. No me causaba rencor, para mí, simplemente, no existía. En el programa las adorables chicas de producción Carmen y luego Ana, siempre me sentaban en primera fila y para él que siempre fue un asistente de medio pelo, estaba reservado siempre un lugar en la segunda o en la tercera. Esto, supongo, lo hacía odiarme o preguntarse qué coño había hecho yo para que me sentasen adelante suyo. Yo no había hecho nada. Solamente asistir fielmente al programa, ser prudente, educado y divertirme con Jaime, osea, comportarme como siempre.

Lo vi siempre rodeado de mocosos presumiblemente en edad infantil y de mentalidad escolar, a los que llevaba al programa con el fin de demostrarles que él conocía a Bayly, que él les conseguía las entradas (que en ese tiempo, y valgan verdades, eran difíciles de conseguir. Coño, pregúntenme a mí como hice para ir por primera vez) y que seguramente lo leían y lo alaban con el mismo ánimo y la misma imparcialidad con la que lo hubiese hecho su madre. En ese tiempo nunca lo leí. Es más sería mentir si digo que sabía de que escribiera. Pero él sí sabía que yo escribía. Obviamente en un blog, aunque modesto, más leído que el suyo. Y afirmo esto, ya que en varias ocasiones, y con la maldad y envidia que luego descubrí habitar en él, comentó varios de mis artículos, tildándolos de todo: desde primariosos hasta Baylysístas. ( Y mira quién lo dice, don Jymmi Jr.) Comentarios que como pueden suponer los que me conocen, me valieron siempre un huevo. Así es señores comentaristas camuflados en el anonimato que les da su miserable vida: Sus comentarios me valen un huevo, no solo los de Luisito, todos, absolutamente todos, hasta los que me felicitan. Sería un tonto si me los creo. Ni soy un buen escritor ni pretendo serlo. Y muchos menos ando pregonando como Luis, lo tan buen escritor o lo tan premiado que soy.

Mi vida no tendría nunca que haberse mezclado con la suya pero un día en el baño del canal y a pocos minutos de que comiencen a grabar el programa, Luis me habló. Me preguntó si yo era Diego. No, soy Yola Polastri, le dije. Sonrió. Tu tienes un blog ¿no? Pajas. Ahmm sí, dije tímidamente y pensé: ahora saca el cuchillo y me mata por que este tiene una pinta de homofóbico reprimido. Pero no me mató. Me dijo que me leía, que le gustaba como escribía. Es un imbécil, pensé de al instante. Me dí cuenta de inmediato que quería ligar conmigo y lo peor que puedes hacer para ligar conmigo es darme bola. (Con cualquiera, creo)

Salí corriendo del baño. Pero algo en mí cambió luego de esa cita: me dí cuenta que Luis era un roedor al que podía manipular a mi antojo las veces que sea. Y decidí tirarmelo.

Me lo tiré no al mucho tiempo. En un hotel bonito que está al final de la avenida Brasil. Acordamos en vernos seguido y en que los dos llevaríamos la vida de siempre: novias, novios, alcohol, drogas, todo igual. Y respetamos el acuerdo hasta que apareció Luciana, una púber deseosa de ser penetrada por cualquier varón abyecto que desee cortejarla. Ese supuesto varón abyecto fingió ser Luis.(Y sigue fingiendo ser) Hasta ese momento todo fue bien: yo seguía jugando con Luis, seguíamos haciendo el amor dos veces por semana, Luis seguía dándome algo del dinero que ganaba vendiendo camisetas; pero un día Luis me tuvo que dejar plantado. Hay se jodió el Perú, bueno exagero, en ese momento se jodió Luis Nones.

La culpa quizá la tiene mi mami. De verdad, no se rían. Mi mami desde niño de dijo que yo era un principito al que nadie podía dañar o dejar plantado y ese día, cagando de frío en el malecón de Miraflores, Luis no me hizo sentir como el principito que mami siempre me dijo que era. Allí se jodió todo, frente al mar de Miraflores.

Luis hoy sigue con su novia. Le dice que la quiere, que la ama, que nunca la engañará. No lo juzgo, yo a Fiorella le decía lo mismo, pero cuando veía una pinga sabrosa al frente todo el amor que sentía por ella se esfumaba. Lo mismo le está pasando a Luis. Es una pena, pero suerte chicos, les deseo lo mejor y bueno cuando quieras podemos hacer un trio. Llámame, tienes mi móvil.

lunes, 30 de agosto de 2010

ELEFANTES COLOR DE ROSA


Y entre tragos y tal vez por su vergonzoso estado, me preguntó por qué lo miraba tanto. Me gustas, le dije. Nos besamos torpemente. Avergonzados. Evitando ser vistos. Pero a esa hora, las seis de la mañana, a muy poca gente le importaba quién o qué se besaba a su lado.




Salgo de mi casa de madrugada y no llego hasta muy entrada la mañana. Mi mamá piensa que ando en malos pasos, se lo ha dicho a mi papá. A mi papá le valió un huevo. No ando en malos pasos, estoy enamorado de un cantante.



DIA 1

Salgo con unos amigos a una discoteca de Barranco. Es raro que salga, sobre todo un miércoles, pero me gusta el ambiente de ese lugar, me gusta la gente que se intoxica incesantemente a mi lado, me gusto yo dentro de esa discoteca. Tomo una limonada, evito la cerveza y los cigarros. No bailo, solo muevo mis hombros al ritmo de una salsa pegajosa. En la mesa del lado hay un homosexual que me mira con descaro. Lo miro mal, es un feo de campeonato, por gente como él existe la homofóbia. Mis amigos bailan con chicas de las que yo desconfío. En general yo desconfío de todo mundo, pero de estas chicas con pinta de peperas desconfío mucho más. Ellas les preguntan por mí, mis amigos les piden que eviten hablarme o ser graciosas conmigo, le dicen que no soy educado. Yo sonrío cuando leo sus labios desde mi mesa. Ya son más de media noche y acaba de entrar la primera orquesta, la discoteca es una locura, hay gente de tope a tope. Creo que soy el único que esta sentado, los mozos retiran algunas mesas para que las parejas bailen con mayor comodidad y a pesar que la gente reprueba mi ociosidad, yo sigo sentando, sumamente cómodo sobre estas enormes posaderas con las que me bendijo el Señor. Todo es igual, todo es lo mismo, nada me parece raro hasta que veo el movimiento pelvico de uno de los cuatro cantantes de la orquesta de salsa. No es exagerado, es simplemente excitante. Me lo como con la mirada. Pocas veces he visto a una persona con tanta desesperación, con tanta necesidad. Les pregunto a mis amigos por él y vaya que Dios existe, uno de ellos me dice que lo conoce, que se llama Anthony, que es su amigo, que estudiaron juntos, que se la come doblada. Hoy como carne, pensé. Ahora ya sabía como se llamaba y por lo menos ya me había visto directamente a los ojos unas cuatro veces. No podía pedir más. Sí podía. Le pedí a mi amigo que le pasará la voz, que lo saludara. Lo hizo, Anthony lo miró, le sonrió y le dijo que ya bajaba. Preséntamelo now. Al terminar la canción el cantante bajó a darle un abrazo a mi amigo. Me puse de pie para que nos presentaran. No quiero parecer una fan enamorada pero estoy sumamente nervioso. Toque la mano sudosa de Anthony sin el mayor asco, por el contrario, esos micro segundos traté de alargarlos al máximo pues pensé que sería la ultima vez que estaría tan cerca de él. No fue así.

Cuando Anthony volvió al escenario todo fue distinto. Al interpretar sus canciones se la pasó mirándome a mi. Después y para mi sorpresa mi amigo me enseño un mensaje en su celular: Termino de tocar a las 4, esperenme Anth. Yo te esperaría toda la vida, le escribí desde el celular de mi amigo. Algo que debió confundirlo y lo noté cuando leyó el mensaje en el escenario mientras cantaba, porque no firmé el mensaje. Terminó de tocar y se fue con su orquesta a otra discoteca. Lo esperaríamos, ya estaba disidido.

Anthony llegó. Subimos a VIP, algunos de mis amigos se despidieron. Al final solo quedamos un amigo, Anthony y yo. Estaba cansando, sin voz y su nariz era una aspiradora de coca en grandes proporciones. Me ofreció. Paso, le dije. Y entre tragos y tal vez por su vergonzoso estado, me preguntó por qué lo miraba tanto. Me gustas, le dije. Nos besamos torpemente. Avergonzados. Evitando ser vistos. Pero a esa hora, las seis de la mañana .a muy poca gente le importaba quién o qué se besaba a su lado. Anthony estaba pasadaso. Le dije que lo llevaba a su casa. Vivo en Barrio Altos, me dijo. Entonces te quedas en un hotel, yo pago. Solo nica, dijo. No te vas a quedar solo, va a ver muchas parejas tirando a tu lado, le dije. Entonces yo también quiero tirar, me respondió. Sonreí. Creo que lo complací como todo buen caballero que soy.




DIA 2

No sé a qué hora me acosté. Han pasado varias semanas desde que nos vimos por primera vez en Barranco Bar. Solo estoy seguro de que hoy no quiero ir a trabajar. Solo quiero dormir, dormir bastante por que en la noche tengo que ir a recoger a Anthony de una discoteca en Zarate. No sé donde exactamente queda Zarate, pero no importa, yo no soy taxista, no necesito saberlo. Anthony hoy toca hasta las tres de la mañana. Quiere que vaya a verlo, pero le dije que no, que lo espero afuera. Le llevo una bufanda y comida en un taper. Anthony sale, espera entrar al taxi para besarme. Me agradece la comida, no te hubieras molestado. No es molestia, le digo, en mi país le llaman amor.



Hace semanas que hago eso. Pero no me incomoda, me agrada. Y si antes no dormía nada ahora ya solo me acostumbré a dormir con él, a soñar con él. Esta es la razón por la que nunca paro en casa mami. No es como Miguel de Menudo, es Anthony, toca en la mejor orquesta de timba de Perú y es mi chico, mi elefante color de rosa.
 
Diego Alonso,

domingo, 25 de julio de 2010

EL ULTIMO INTENTO

A JP, por enseñarme que pequeño es el mundo (o Lima).


Mientras Erick decía eso, Diego ya estaba frotando su sexo que poco a poco iba creciendo. Erick beso a Diego fuertemente. Parecía que desde hace mucho no estaba con un hombre. A Diego le gustaba estar así, besando a un hombre prohibido, a un hombre de Dios.






Cierra los ojos y ábrele tu corazón al señor -dijo Erick.

Diego cerró los ojos y trató de concentrarse. No pudo. No sabía como abrirle su corazón al Señor pero se moría por abrirle la bragueta al bello muchacho que lo discipulaba.

Diego fingió concentrarse. Erick le pidió que repitiése las mismas cosas sin sentido que él decía. Diego lo hizo. Trataba de no reírse.

Qué coño hago acá, pensaba Diego.

Llora si deseas -dijo Erick.

Pero Diego no deseaba llorar; deseaba a Erick, deseaba que Erick lo haga llorar. (o gemir)

Erick era un chico joven y apuesto que además de ser músico era uno de los doce líderes de una iglesia cristiana. Diego, el chico problema, le fue asignado a él para su evangelización y su reconversión al cristianismo. Diego intentó creer en Dios como la ultima opción para salvar su vida. Estaba huyendo de su pasado y de las cosas que lo estaban destruyendo.

Diego trató de fingir sollozos. Erick lo abrazo como consuelo. A Diego le gusto que lo abrazara y ahora fingía más.

Siempre estaré a tu lado para ayudarte - dijo Erick- confía en el Señor y Él te protegerá.

Diego cogió la mano de Erick, a esas alturas ya la tenía dura.

Erick, quiero confesarte algo - dijo Diego- A veces pienso en chicos y creo que estoy mal.

Pero no tiene nada de malo pensar en chicos, yo también pienso en ti, en Jean Piersito, en Julio, en todos mis discipulos -dijo Erick.

Claro, pero creo que no me entiendes. Yo aveces pienso en chicos y los imagino conmigo, sobre mi -dijo Diego, a sabiendas que el comentario incomodaría a su interlocutor.

Hijo, yo no soy nadie para juzgarte -dijo Erick sonrojado - Por ultimo, yo también he cometido errores. Muchos errores. Pero el Señor es bondadoso y siempre me perdona.

¿Acaso a ti también te han gustado los hombres? -preguntó impertinentemente Diego.

Alguna vez, hace mucho -respondió Erick.

Pero eso no se puede curar, morirás con eso -dijo Diego, casi convencido de que Erick era un gay reprimido.

A veces uno recae, pero todo es cosa de luchar. Yo hace mucho que no pienso en eso, me dedico a ustedes y a Dios - dijo Erick.

Es una cabrazo, pensó Diego.

Apostaría a que recaes - dijo Diego, tratando de probarse así mismo.

No sé si este bien que hagamos eso, Diego...

Mientras Erick decía eso, Diego ya estaba frotando su sexo que poco a poco iba creciendo. Erick beso a Diego fuertemente. Parecía que desde hace mucho no estaba con un hombre. A Diego le gustaba estar así, besando a un hombre prohibido, a un hombre de Dios.

Erick paró bruscamente y le dijo a Diego: ni una palabra de esto a nadie. Diego asintio con la cabeza y se dirigió directamente a buscar el sexo ergido de su lider.

Lo beso con pasión hasta cansarse. Luego Erick entró en él.

Al terminar Erick le pidió a Diego orar.

Diego lo miro a squeado y le dijo. Anda ora con tu vieja, maricón concha de tu madre.

Diego salió de la casa de Erick sabiendo que nunca más volvería ni a su casa ni a su iglesia. Y que nunca sería cristiano y mucho menos un buen hijo de Dios. Amén.

Diego Alonso.

miércoles, 21 de julio de 2010

GUSTOS

A Luis,





No soy un buen amigo y tampoco un buen amante. No me gusta hablar mucho por teléfono y mucho menos gastar mi saldo haciéndolo. No me gusta que me hables de tu vida, de tu vieja o tus amigos a los que sin conocer ya detesto. Me gusta que respetes mis silencios y que conserves el don de la prudencia y el buen gusto. Me gusta que me escuches hablar de política y que me celebres que quiera ser presidente y que me digas que presidente me queda chico, que yo podría ser hasta rey. Te adoro. Detesto que me levantes a las ocho de la mañana para decirme: gordito, te quiero. Y detesto más aún que me leas.

Adoro que mis amigos me alaben, que eleven mi ego al cubo. Detesto que mis amigos, o los que dicen ser mis amigos que son casi todos, me digan que escribo bien. Sé que mienten. No me gusta que me corrijan y sobre todo que me enamoren. Me gusta sentirme solo pero más me gusta pensar que me siento solo. Me gusta decir que no tengo amigos y detesto saber que de verdad no los tengo. Me gustan mis amigos. Me gusta acostarme con ellos.

Detesto que me digas como vestirme y peor aún que me digas con que no vestirme. No me gusta que uses faldas. Siento envidia. No me gusta celarte pero me encanta que me celes. Me gusta escribirte y preferiría que no me escribas. No lo haces tan bien. No me gusta lamer tu sexo ni que lamas el mío. Me fascina hacerte el amor. Ojo, no más de tres veces. El cuerpo ya no me da.

Me gusta tener amigos lejos, verlos a lo mucho dos veces al año y eso. De lo contrario no podrían ser amigos míos, pasarían primero a ser mis amantes y luego, como es obvio, mis enemigos. No me gusta que mis amigos me llamen y mucho menos que los que no me llaman den el numero de mi celular a los que quieren llamarme. No me gusta prestar plata. Me gusta pagar por servicios. (Espero que me entiendan)

Me gusta que me digas antisocial. Ya fui muy social en el colegio, linda. Me gusta que me digas pastrulo pero detesto que te fumes el porro sola. Me gusta decirte cosas sucias al entrar en ti. Detesto a veces pensar en otra persona cuando estoy contigo. Me gusta contarte cosas sobre mis ex novias o novios. Adoro que me hables de tus exs. Detesto hablarte de mi vida privada. Prefiero que la leas en mi blog.
Detesto que confien en mí. Evitenlo, porfa. Detesto que mis amigos supongan que debo guardar sus secretos íntimos y que estoy condenado de por vida a serles fiel y leal. Yo no soy fiel ni leal ni confiable. No lo soy, lo siento. Pero los quiero, qué hago, los re-quiero.

Detesto que me lleves a discotecas. Me encanta que tú vayas a discotecas y que te agarres a chicos lindos y al día siguiente me lo cuentes todo bañada en lagrimas. Me gusta que me hagas el amor pensando en ellos. Me gusta que me digas que me amas sobre todas las cosas y que me perdonas todo. Hasta escribir.
No me gusta que mis amigos me inviten a sus cumpleaños y que supongan que debo acordarme de ellos o enviarles algún regalo. No me acuerdo bien del propio cumpleaños de mis padres y muchos menos, por el amor de Dios, podría acordarme del de ellos. No me gusta que me hagan prometerles que esta vez no fallaré. Coño, sí fallaré. Pero me encanta decir siempre a todo que sí. Sobre todo a las invitaciones aún sabiendo que no iré.

Me gusta que quieras tirar en el cine. Me gusta decirte que no a todo y que tu me digas: gordo aburrido. Me gusta decirte, llámame luego, estoy trabajando. Me siento importante. Me gusta decirte: te amo pastrula. No me gusta que me digas: no dejes la universidad, no seas huevón. Me gusta decirte: no te metas en mi vida, la tuya está suficientemente jodida como para que te metas en otra. Me gusta pedirte perdón cuando fui muy duro al hablar. Que es casi siempre.

Me gusta que mis amigos me pregunten cosas que ellos no saben. Me gusta que me digan: señor intelectual, que planes pal sabado. Me gusta que me digan, oe cuándo publicas?. No me gusta que me digan: cuando escribres sobre tu cache con el profe de historia?. Me gusta fumar hierba con mis amigos, pero me gusta más si la hierba les ha costado a ellos y no a mí. No me gusta presentar a mis amigas. Me gusta hacerme el maricón con ellas para despues poderlas ver calatas cuando se bañan.

Me gusta amarte. No sé si me gusta que me ames. Me da miedo. No quisiera dañarte. No soy una buena persona y lo sabes. Solo espero no fallarte.

Detesto contar que me acoste con mis amigos, con casi todos. Pero estoy condenado hacerlo. Ojala me sepan disculpar. Y si no, da igual, me gusta tener enemigos.

Alonso.

martes, 9 de febrero de 2010

LA REPUBLICA INDEPENDIENTE DE MI ENTREPIERNA

Gracias Jaime.

"El pene es la maquina perfecta, es la unica que trabaja cuando se para."





La república independiente de mi entrepierna es rebelde y soberana. Se maneja con absoluta independencia de mis deseos y antojos. Es ella quien decide a quien debo tirarme, o por quien me debo de dejar tirar o simplemente pensando en quien debo masturbarme. Es opresiva y dictatorial, siempre anda emancipada o en busca de posibles víctimas. No distingue raza ni sexo ni condición social y mucho menos religión. Es una república sumamente bélica y conflictiva, que anda siempre maquinando un plan para hacerle daño a alguien. Es ella quien me manipula y me obliga a escribir artículos que yo no quiero hacer; es ella quien se aprovecha de mi debilidad mental y me somete a sus perversiones y me presiona para que cuente las depravadas historias que me toco vivir con personas igualmente confundidas que yo, pero que a fin de cuentas tampoco tienen la culpa de serlo.

La república independiente de mi entrepierna desde hace mucho que se desprendió de la razón o de mis sentimientos, ahora ella se maneja con total autonomía, se rige con sus propias reglas y suele ser sumamente dura con las personas que la lastiman o que juegan con ella. Es de por sí el ser mas vengativo que cohabita conmigo. Cuando no fabrica espermas lo único que hace es planificar venganzas, elaborar historias ciertas o falsas que vinculen a las personas que la hirieron o que no le permitieron invadirlas. Yo simplemente soy un esclavo de mi entrepierna y soy consciente que siéndolo he perdido amigos, amantes y más que eso, pero yo no puedo luchar contra eso, ya me canse de luchar contra eso, lleve muchos años de mi vida tratando de ganarle la batalla a mi entrepierna y no pude, fue una batalla sangrienta llena de llantos y lamentos, un batalla en la que muchas de las personas que quiero o que quise se inmolaron heroicamente tratando de ayudarme o tratando de hacerme entrar en razón, pero no pude, mi entrepierna me venció; así que simplemente me he dejado conquistar y he cedido a sus antojos, me desvivo por complacerla, por procurarle el placer que siempre le fue esquivo o que mejor dicho, siempre traté que le fuera esquivo. Invierto para ello mucho dinero, busco la manera de conseguir personas cada vez más arriesgadas y peligrosas, intento darle en gusto en todos sus caprichos y cuando de un día para otro me pide que escriba sobre alguien con quien hice el amor, lo hago, así pierda amigos o mejor dicho, supuestos amigos que se acostaron conmigo pero que hoy no se acuerdan de nada y se horrorizan al leerme o así toda la comunidad cristiana se moleste conmigo.

Yo solo pido que respeten la decisión valiente que he tenido de confesar que me dejo manipular por mi entrepierna más que por mi lógica o mi razón, y así como algunos se dejan manosear por líderes de sal que lo único que hacen o intentan hacer es lucrar de una manera escandalosa, yo me dejo gobernar por un ser sumamente frio y calculador, pero no por eso poco inteligente, yo diría que mucho más inteligente que mucha de la gente que me critica, y siento mucho si peco de soberbio, pero es la verdad, si le tomamos una prueba de coeficiente intelectual a mi pene y a algunos de los individuos sin secundaria completa que balbucean comentarios chapuceros contra mí persona o contra las cosas que escribo, les aseguro que mi entrepierna se los lleva de encuentro.

La única diferencia entre ellos y yo, es simplemente el hecho de que yo digo en público lo que hago o lo que hice, sin temor al qué dirán o al que pensarán, en cambio ellos, que aún siguen en el closet y que seguramente seguirán allí, nunca lo harán, porque se cagan de miedo y porque nunca tendrán los huevos que me jacto de tener para hacerlo. Seguirán jodidos, confundidos, enojados conmigo y me odiarán y me seguirán odiando porque reconocen en mí, la persona que ellos nunca podrán ser.

Es válido dejarse manipular por alguna parte del cuerpo. Hay gente, la más tonta creo yo, que se deja manipular por el corazón o los sentimientos, esa gente, normalmente, es la gente que siempre termina siendo dañada por alguien o la que busca cierta gente para manipular a su antojo. Los que se dejan manipular por la razón o la lógica siempre andan buscándole tres pies al gato, siempre andan buscándole un motivo o un fin para lo que hacen, algo que no siempre tiene que ser así, porque las verdaderas cosas importantes de la vida nunca tienen un motivo, siempre suceden porque sí, porque así debieron suceder. Yo me dejo manipular por mi entrepierna, que es de por sí la manera más fría de ver las cosas, una manera de actuar por instinto sin dejar de lado el cálculo y la felicidad.

Y a pesar de que muchos se arrepientan de habérsela cruzado en su camino y simplemente hoy la nieguen y pretendan limpiar su imagen, todos muy bien saben quienes fueron víctimas de la república independiente de mi entrepierna y si es que no, pues para esto estoy yo y con esa finalidad creé este blog, para difundir las ideas, no sé si validas o invalidas, pero ideas al fin, que se le ocurren a mi entrepierna.

Diego Alonso Granadino.

lunes, 1 de febrero de 2010

LA MIERDA QUE LLEVO DENTRO

A mí.

No hay placer mas exquisito, que cagar bien despacito.




Si de algo puedo estar seguro es que estoy completamente lleno de mierda. Sé que mucha gente coincidirá conmigo en lo que afirmo, es más, la gente que nunca ha coincidido conmigo, que se entiende es gente honorable y sumamente culta, hoy, después de leerme, estará por primera vez de acuerdo con lo que escribo.

Desde hace algunas semanas lo único que he hecho es expulsar mierda de mí, mierda en demasía, mierda excesivamente pestilente. La causa de este extraño fenómeno, dicen algunos, es la falta de afecto o mis conocidas ganas por llamar la atención, pero ahora, para variar, nuevamente se equivocan queridos amigos míos porque la causa del deplorable estado en que me encuentro es justamente una causa o puede ser un ceviche o quizá una papa rellena o es tal vez el resultado de una vida llena de excesos gastronómicos como la que he vivido tratando de emular a mi tío Gastón Acurio.

De niño normalmente no solía ir al baño a menudo. Iba a lo mucho dos veces por semana y eso. Era el extreñidito de la familia, al que le procuraban una mayor cantidad de yogurt, su abundante ración de salvado de trigo y cuanto tratamiento casero que apareciera en Hola Perú. Nada de eso tuvo efecto pues mi vida siempre ha estado contra el tiempo, siempre he procurado estar activo las veinticinco horas al día y sentarme a cagar (así como dormir) me parecía una grandiosa pérdida de tiempo. Así que por ello lo evitaba y le dedicaba los pequeños entretiempos de mi agenda semanal.

Pero ahora mi aparato excretor ha colapsado y quizá estoy cagando todo lo que no cague nunca. No puedo creer que tenga tanta mierda dentro, me parece increíble tener que sentarme en cinco inodoros diferentes en el día. Debe parecerles gracioso, pero ojala que nunca les pase, no saben lo que es tenerte que bajar del taxi en el que te vas a estudiar para meterte a cualquier grifo a evacuar el vientre porque sabes que con el tráfico del Javier Prado no llegarás al baño de la facultad y terminarás cagándote en el pantalón.

Esta es mi agenda diaria:
Apagar el primer despertador programado para las cinco y media de la mañana.
Apagar el segundo despertador programado para las cinco y cuarenta de la mañana.
Apagar el tercer despertador programado para las seis en punto de la mañana.
Bañarme y desayunar. (No soy dogmatico: a veces no me baño y a veces tampoco desayuno)
Cagar por primera vez en el día (si no lo hago en casa porque es tarde, aprovecho el tráfico de la Javier Prado y me meto a algún grifo)
Clases en la universidad.
Me fumo un porro.
Cago por segunda vez, normalmente a las doce del día. (dicen algunos que es producto del porro que me fumé (Dengue))
Almuerzo algo a la volada (normalmente una causa, un ceviche o una papa rellena)
Corro a mi trabajo. (y si no corro yo, obligo al taxista o al conductor de la combi a que corra él)
A las cuatro y media aproximadamente cago por tercera vez. (horario variable dependiendo de mi ánimo y del trabajo que tenga)
A las nueve salgo de trabajar y me voy a comer algo con mi novia. ( o a comérmela a ella)
A las doce y media estoy llegando a mi casa desesperado porque necesito cagar por cuarta vez.
A la una de la mañana comienzo a leer o escribir y normalmente me estoy acostando a las tres de la mañana no sin antes programar a mis sufridos despertadores a los cuales golpeo, cuando se les ocurre sonar como no he golpeado a nadie nunca.

Así que cago cuatro veces al día y siempre en cantidades considerables, porque sé que algunos dirán bueno pero cagará por pedazos o de a poquito, y a esos yo les respondo: ¡No! Yo nada de lo que hago lo hago de a poquito, todo lo hago bien, completo, sin dejar residuo alguno. Mis deposiciones no tienen que ser la excepción de la regla.

Cagar de esa manera no tendría que ser un problema, el problema radica en que nunca puedes tener tanto papel higiénico como para limpiarte el culo de una manera honrosa y tienes que agenciarte otros medios, bastante bajos, por cierto, pero que en momentos de emergencia nunca están de más. (hablo de las separatas de la universidad, las guías telefónicas, tus cuadernos y ya si eres más fino y tu potito y se puede raspar usa tu santa biblia). Aunque con eso no estás contribuyendo a la lucha por salvaguardar el medio ambiente. (el papel lo hacen de los pobres arboles del amazonas)

Pero Si de algo puedo estar orgulloso son de mis mierdas y aunque muchas veces me ponen en aprietos por ejemplo cuando quieres hacer el amor y acabas de cagar o sientes que dentro de muy poco cagarás, ya me iré acostumbrando a tener que dejar un poco de mí ser en todas partes, como me acostumbré a escribir mierda o a tener amigos que son una reverendas mierdas.


Diego Alonso Granadino.