domingo, 25 de julio de 2010

EL ULTIMO INTENTO

A JP, por enseñarme que pequeño es el mundo (o Lima).


Mientras Erick decía eso, Diego ya estaba frotando su sexo que poco a poco iba creciendo. Erick beso a Diego fuertemente. Parecía que desde hace mucho no estaba con un hombre. A Diego le gustaba estar así, besando a un hombre prohibido, a un hombre de Dios.






Cierra los ojos y ábrele tu corazón al señor -dijo Erick.

Diego cerró los ojos y trató de concentrarse. No pudo. No sabía como abrirle su corazón al Señor pero se moría por abrirle la bragueta al bello muchacho que lo discipulaba.

Diego fingió concentrarse. Erick le pidió que repitiése las mismas cosas sin sentido que él decía. Diego lo hizo. Trataba de no reírse.

Qué coño hago acá, pensaba Diego.

Llora si deseas -dijo Erick.

Pero Diego no deseaba llorar; deseaba a Erick, deseaba que Erick lo haga llorar. (o gemir)

Erick era un chico joven y apuesto que además de ser músico era uno de los doce líderes de una iglesia cristiana. Diego, el chico problema, le fue asignado a él para su evangelización y su reconversión al cristianismo. Diego intentó creer en Dios como la ultima opción para salvar su vida. Estaba huyendo de su pasado y de las cosas que lo estaban destruyendo.

Diego trató de fingir sollozos. Erick lo abrazo como consuelo. A Diego le gusto que lo abrazara y ahora fingía más.

Siempre estaré a tu lado para ayudarte - dijo Erick- confía en el Señor y Él te protegerá.

Diego cogió la mano de Erick, a esas alturas ya la tenía dura.

Erick, quiero confesarte algo - dijo Diego- A veces pienso en chicos y creo que estoy mal.

Pero no tiene nada de malo pensar en chicos, yo también pienso en ti, en Jean Piersito, en Julio, en todos mis discipulos -dijo Erick.

Claro, pero creo que no me entiendes. Yo aveces pienso en chicos y los imagino conmigo, sobre mi -dijo Diego, a sabiendas que el comentario incomodaría a su interlocutor.

Hijo, yo no soy nadie para juzgarte -dijo Erick sonrojado - Por ultimo, yo también he cometido errores. Muchos errores. Pero el Señor es bondadoso y siempre me perdona.

¿Acaso a ti también te han gustado los hombres? -preguntó impertinentemente Diego.

Alguna vez, hace mucho -respondió Erick.

Pero eso no se puede curar, morirás con eso -dijo Diego, casi convencido de que Erick era un gay reprimido.

A veces uno recae, pero todo es cosa de luchar. Yo hace mucho que no pienso en eso, me dedico a ustedes y a Dios - dijo Erick.

Es una cabrazo, pensó Diego.

Apostaría a que recaes - dijo Diego, tratando de probarse así mismo.

No sé si este bien que hagamos eso, Diego...

Mientras Erick decía eso, Diego ya estaba frotando su sexo que poco a poco iba creciendo. Erick beso a Diego fuertemente. Parecía que desde hace mucho no estaba con un hombre. A Diego le gustaba estar así, besando a un hombre prohibido, a un hombre de Dios.

Erick paró bruscamente y le dijo a Diego: ni una palabra de esto a nadie. Diego asintio con la cabeza y se dirigió directamente a buscar el sexo ergido de su lider.

Lo beso con pasión hasta cansarse. Luego Erick entró en él.

Al terminar Erick le pidió a Diego orar.

Diego lo miro a squeado y le dijo. Anda ora con tu vieja, maricón concha de tu madre.

Diego salió de la casa de Erick sabiendo que nunca más volvería ni a su casa ni a su iglesia. Y que nunca sería cristiano y mucho menos un buen hijo de Dios. Amén.

Diego Alonso.

miércoles, 21 de julio de 2010

GUSTOS

A Luis,





No soy un buen amigo y tampoco un buen amante. No me gusta hablar mucho por teléfono y mucho menos gastar mi saldo haciéndolo. No me gusta que me hables de tu vida, de tu vieja o tus amigos a los que sin conocer ya detesto. Me gusta que respetes mis silencios y que conserves el don de la prudencia y el buen gusto. Me gusta que me escuches hablar de política y que me celebres que quiera ser presidente y que me digas que presidente me queda chico, que yo podría ser hasta rey. Te adoro. Detesto que me levantes a las ocho de la mañana para decirme: gordito, te quiero. Y detesto más aún que me leas.

Adoro que mis amigos me alaben, que eleven mi ego al cubo. Detesto que mis amigos, o los que dicen ser mis amigos que son casi todos, me digan que escribo bien. Sé que mienten. No me gusta que me corrijan y sobre todo que me enamoren. Me gusta sentirme solo pero más me gusta pensar que me siento solo. Me gusta decir que no tengo amigos y detesto saber que de verdad no los tengo. Me gustan mis amigos. Me gusta acostarme con ellos.

Detesto que me digas como vestirme y peor aún que me digas con que no vestirme. No me gusta que uses faldas. Siento envidia. No me gusta celarte pero me encanta que me celes. Me gusta escribirte y preferiría que no me escribas. No lo haces tan bien. No me gusta lamer tu sexo ni que lamas el mío. Me fascina hacerte el amor. Ojo, no más de tres veces. El cuerpo ya no me da.

Me gusta tener amigos lejos, verlos a lo mucho dos veces al año y eso. De lo contrario no podrían ser amigos míos, pasarían primero a ser mis amantes y luego, como es obvio, mis enemigos. No me gusta que mis amigos me llamen y mucho menos que los que no me llaman den el numero de mi celular a los que quieren llamarme. No me gusta prestar plata. Me gusta pagar por servicios. (Espero que me entiendan)

Me gusta que me digas antisocial. Ya fui muy social en el colegio, linda. Me gusta que me digas pastrulo pero detesto que te fumes el porro sola. Me gusta decirte cosas sucias al entrar en ti. Detesto a veces pensar en otra persona cuando estoy contigo. Me gusta contarte cosas sobre mis ex novias o novios. Adoro que me hables de tus exs. Detesto hablarte de mi vida privada. Prefiero que la leas en mi blog.
Detesto que confien en mí. Evitenlo, porfa. Detesto que mis amigos supongan que debo guardar sus secretos íntimos y que estoy condenado de por vida a serles fiel y leal. Yo no soy fiel ni leal ni confiable. No lo soy, lo siento. Pero los quiero, qué hago, los re-quiero.

Detesto que me lleves a discotecas. Me encanta que tú vayas a discotecas y que te agarres a chicos lindos y al día siguiente me lo cuentes todo bañada en lagrimas. Me gusta que me hagas el amor pensando en ellos. Me gusta que me digas que me amas sobre todas las cosas y que me perdonas todo. Hasta escribir.
No me gusta que mis amigos me inviten a sus cumpleaños y que supongan que debo acordarme de ellos o enviarles algún regalo. No me acuerdo bien del propio cumpleaños de mis padres y muchos menos, por el amor de Dios, podría acordarme del de ellos. No me gusta que me hagan prometerles que esta vez no fallaré. Coño, sí fallaré. Pero me encanta decir siempre a todo que sí. Sobre todo a las invitaciones aún sabiendo que no iré.

Me gusta que quieras tirar en el cine. Me gusta decirte que no a todo y que tu me digas: gordo aburrido. Me gusta decirte, llámame luego, estoy trabajando. Me siento importante. Me gusta decirte: te amo pastrula. No me gusta que me digas: no dejes la universidad, no seas huevón. Me gusta decirte: no te metas en mi vida, la tuya está suficientemente jodida como para que te metas en otra. Me gusta pedirte perdón cuando fui muy duro al hablar. Que es casi siempre.

Me gusta que mis amigos me pregunten cosas que ellos no saben. Me gusta que me digan: señor intelectual, que planes pal sabado. Me gusta que me digan, oe cuándo publicas?. No me gusta que me digan: cuando escribres sobre tu cache con el profe de historia?. Me gusta fumar hierba con mis amigos, pero me gusta más si la hierba les ha costado a ellos y no a mí. No me gusta presentar a mis amigas. Me gusta hacerme el maricón con ellas para despues poderlas ver calatas cuando se bañan.

Me gusta amarte. No sé si me gusta que me ames. Me da miedo. No quisiera dañarte. No soy una buena persona y lo sabes. Solo espero no fallarte.

Detesto contar que me acoste con mis amigos, con casi todos. Pero estoy condenado hacerlo. Ojala me sepan disculpar. Y si no, da igual, me gusta tener enemigos.

Alonso.