A "Caligula".
No siempre tu último día de clases en la universidad tiene que ser bueno, y tengo como probarlo.
Algún Hotel desconocido, Avenida Washington, Centro de Lima.
Son las ocho de la mañana, por lo menos eso puedo ver en mi reloj. Hace unos segundos he abierto los ojos, he despegado mis parpados abruptamente preguntándome al unísono: ¿Dónde estoy? ¿Qué hora es? ¿Por qué me duele tanto el culo?
Gracias a Dios, o mejor dicho, al generoso obsequio de mi amigo Gianfranco, puedo saber que hora es y por lo que veo estoy en un hotel: hay botellas en todas partes, hay restos de cigarros y todo huele como a cantina, incluso yo. De manera que ya sé qué hora es y donde estoy y tal vez que estuve haciendo, ahora solo me falta saber por qué me duele el culo.
La cabeza me va a explotar, todo me da vueltas, presiento que no he dormido mucho, pero estoy seguro de que no podré dormir más. A las nueve en punto debo entrar a trabajar y puedo fallar en todo menos en eso pues la buena plata que gano me tiene esclavizado y me obliga a ser responsable. Trato de recordar qué pasó, como llegué hasta aquí y no puedo, solo vienen a mi mente borrosas imágenes de escenas tan lejanas que sería increíble pensar que sucedieron anoche. Estoy jodido, pienso. Veo la cama e intento recuperar sensaciones, intento sentir que fui feliz sobre ella, huelo sus sábanas y por mi nariz se filtra un olor a sexo a ron a cerveza a marihuana a sudor de hombre, todos fusionados haciendo un mismo aroma, un aromas que me es muy familiar y que está acabando con mi vida o por lo menos me está dejando unas ojeras del carajo.
Tengo dieciocho años y he vivido esta escena muchas veces, tal vez algún día no tendré la suerte de levantarme y me moriré o me morirán, de esta manera tan chicha, tan putañera, pero tan acorde con mi persona. Tengo una sed de mierda, tengo la boca amarga y la nariz irritada. Voy encontrando más pistas: también hubo coca. Trato de buscarla, miro a todos lados y sobre la mesa de noche encuentro entre otras cosas a mi solitaria tarjeta BCP y esa es una señal inequívoca de que mi acompañante o acompañantes se llevaron la restante y me dejaron un rebote horroroso, el peor de mi vida.
Y así, sin moverme, me toco el sexo, que como siempre hasta estas horas de la mañana anda lleno de sangre, asomando la cabeza por algún lado del calzoncillo. Lo toco y luego me llevo los dedos a la nariz: huele a mujer, a coño de mujer. Y ahora sí que no entiendo nada. Lo más lógico era que el co-protagonista de tal desmadre sea un hombre, pero como nada de lo que es lógico resulta siendo tal, mi pinga me huele a coño de hembra y a mí me duele harto el culo.
Qué grande la tengo, pienso. Y ya que pocas veces tengo el placer de verla así, comienzo a masturbarme, más por la curiosidad científica de descubrir si una buena paja te quita el dolor de cabeza, que por placer. Me vengo rápido y en demasía, eso confirma solamente una cosa: que anoche hice de todo menos eyacular. Me limpio con la sábana y pienso brevemente en las personas que se dedican a lavar las sábanas de los hoteles, que innoble labor; por eso estudio y voy a la universidad cinco horas diarias, por eso tengo que llegar a las nueve a mi trabajo, para nunca lavar nada pero para poder ensuciarlo todo.
La cabeza me duele mal y hasta más que antes, aunque no es por nada pero que alivio es sacarte un poco de leche de los huevos, bendito sea el que invento las pajas.
El tiempo que resta para las nueve se va reduciendo y yo aún no he hecho nada ni he descubierto al culpable o los culpables de mi deplorable estado. Se me viene a la mente las peperas pero descarto esa posibilidad al percatarme que mis cosas de valor, entre ellas mi celular, mi billetera, mi nextel, se encuentran a salvo también en el suelo. Eso me permite sospechar que los que estuvieron conmigo anoche son personas de mi absoluta confianza. Pienso en Renato, pero él es un pituquito, el jamás entraría a estos mataderos, se enrroncha y además él no me hubiese dejado aquí tirado a merced de nadie. Él me hubiese llevado en su carro a su casa por que sabe que a mi casa en este estado no llego ni cagando, y me hubiese puesto gasitas calientitas sobre la ñata y me hubiese dado harta Cocacolita para la sed. Además refuerza la tesis el hecho de que Renato hace semanas que no se aparece por la universidad y estoy seguro de que tampoco se imaginaba que ayer fue el último día de clases.
Claro, eso es, el último día de clases, por eso estuvimos tomando y por eso seguramente ahora estoy acá.
Intento levantarme y siento que no debí hacerlo. Me duele todo pero más el culo por eso me levanto de costado y con mucho esfuerzo me pongo de pie. Creo que sigo borracho y estoy haciendo algunas muecas. Arrastro los pies y trato de hacerlo ordenadamente para no irme debruces y cortarme la cara con tanta botella que hay en el suelo. Se me hace tan lejano el baño que pienso que mejor sería mear sobre el piso pero me muero de sed y quisiera tomarme hasta el agua del inodoro. Al pararme se hizo más notorio el malestar en mi baja espalda: me siento como en mi primera vez con Juancito Vargas, que me dejo en cama por semanas, sin la posibilidad de sentarme y peor aún sin la posibilidad de cagar. Qué gran pingón el loquito, saludos a Italia.
Al fin llego al baño, abro la llave del caño y tomo agua de una manera exagerada, atorándome. Lo peor del rebote es que nunca dejas de sentir sed y al principio te desesperas pero ahora, que ya me manejo en la materia comprendo de que todo es cosa de controlarse.
Dejo de tomar agua y me dispongo a orinar y ya no puedo más , me vence el cuerpo ,por eso me siento sobre la taza, me bajo el calzoncillo y orino sentado. Qué rico es orinar sentado. Yo quisiera ser mujer por el solo hecho de orinar sentado, es muy complicado orinar de pie: siempre teniendo que apuntar bien, siempre al cuidado de no gotear o salpicarte y lo peor de todo es que muchas veces sin limpiarte. Y ya casi cuando he terminado creo comprender el motivo del dolor en mi culo. Es un descubrimiento que me paraliza y me aterra y me hace temblar. Toda la parte trasera de mi calzoncillo está cubierta por una pasta rojiza que está entre seca y húmeda y que innegablemente es sangre en grandes cantidades. Me paro asustado y veo que mis piernas también están ensangrentadas. Lógicamente no me ha venido la regla: me han roto el culo. Literalmente me han roto el culo y de la manera más estúpida: en la inconsciencia.
(La parte dos continua el próximo Lunes)
ALGUNA VEZ TENIAS QUE ESCRIBIR ALGO VERDADERAMENTE BUENO.
ResponderEliminarDIEGO CREO QUE HAS ALCANZADO EL NIVEL DE UN VERDADERO ESCRITOR, CREO QUE CON ESTE POST LO HAS CONSEGUIDO.
TE FELICITO, SINCERAMENTE ESTA MUY BUENO.
LO NOMINO A TU ARTICULO DEL AÑO.
ROSMERY CAMPOS
Es increible mi estimado que te hayan roto el culete... segun tu el olor a coño refleja que pasaste la noche con una femina y no con ningun varon... extraña historia, no tengo solucion para este caso Sherlok.
ResponderEliminarNos leemos
Ayrton Vargas
la mejor historia del añooo ehh delejossssss
ResponderEliminarOtra vez?
ResponderEliminarDIEGO TIENES QUE VER EL FORO DE LA U JAJAJA TU HISTORIA ES EL FUROR JAJAJA RECIEN LA LEO POR TU BLOG ESTA MUY GRACIOSA AH ESCRIBIDOR
ResponderEliminarSUERTE Y SOBATE EL POPO AMIGO
SIMONE
Jaja pobre de tu culo xD
ResponderEliminarDonde puedo leer el resto de la historia
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