lunes, 28 de diciembre de 2009

¿DÓNDE ESTOY? ¿QUÉ HORA ES? ¿POR QUÉ ME DUELE TANTO EL CULO? PARTE 2 (CONTINUACIÓN)

"La venganza nunca es buena, mata el alma y la envenena." El chavo del Ocho

(CONTINUACIÓN PARTE 1)

No puedo explicar como o porqué pero sí que debió gustarme pues no opuse resistencia. Me deje ultrajar como una buena puta y seguramente el violador es un gran pingón.
Me limpio con cuidado con ayuda del papel higiénico, al parecer sigo sangrando. Solo ahora comprendo el malestar de las chicas al menstruar.
Sin querer, el saber que estoy emanando sangre del trasero me ha quitado todos los malestares del rebote, ahora solo estamos el dolor de mi culo y yo.
Me baño, me lavo el culo para que no se infecte, el agua que se resbala por mis piernas, cae a mis pies y se cuela por las rendijas del piso de losetas es semi-rosada. Salgo del baño. Me taconeo el culo con papel higiénico, me pongo los pantalones sin calzoncillo, me pongo gotas a los ojos, cuento mi dinero, me pongo la camisa los zapatos y las medias y luego cojo mis cosas y me voy de ese cuarto inmundo donde me rompieron el culo.
Le pregunto a la recepcionista dónde estoy y me dice que en un hostal en el centro de Lima; le pregunto si tiene una Inka colita bien helada y me dice que sí, que a tres cincuenta, y yo pienso que estoy es un robo a mano armada, que no hay respeto por los convalecientes. Le pago y le pregunto si le debo algo más, me dice que nada, que mis amigos pagaron todo, y yo le doy las gracias y salgo con mi mochila al hombro, caminando como pato y sé que la recepcionista me esta mirando el poto y que esta sonriendo golosa por que se imagina lo que me pasó anoche, por que se imagina que me rompieron el culo.
Paro un taxi y me subo, me dice a dónde y le digo al Comercio y le pido que apague su Radiomar plus por que me siento mal, el taxista lo hace de mala gana; suena mi celular, es mi mamá, le contesto y le digo que estoy bien que no se preocupe y al toque le cuelgo, no estoy para sermones y en eso me entra la curiosidad por saber si tomé alguna foto desde mi celular anoche o deje alguna pista que me ayude a dar con los culpables, y sí, claro que las tomé. Hay están los desgraciados, salen sonrientes, felices, cómplices, como si supieran exactamente que me romperían el culo, como si lo hubiesen calculado desde hace mucho.
Yo solo sonrío y me digo que ha llegado la hora de vengarse y que le voy a romper el culo no solo a ellos si no a cualquier ser humado que se me cruce por enfrente y aunque no estoy bien sentado, en el fondo me siento bien pues el solo hecho de maquinar mi venganza me entretiene; pero a estas alturas de la mañana solo de dos cosas estoy seguro: de que no cagaré en mucho tiempo y de que si este viejo calvo no se apura, llegaré tarde al trabajo.





(PARTE 2)



Nadie dijo que una venganza fuese fácil pero intentar vengar a tu mancillado poto es una misión laboriosa, peligrosa y está demás decir que excitante.
El proceso de recuperación es lento pero ya noto las mejorías, mi evacuación intestinal, que lógicamente era mi mayor preocupación, la estoy llevando a cabo con éxito gracias a unos laxantes muy buenos y aunque sigo convaleciente e tratado de seguir con mis labores diarias, que son muchas normalmente. Ahora solo una cosa me perturba y me quita el sueño: el vengarme de los dos mequetrefes que ingresaron en mí sin el debido consentimiento y peor aún, por la puerta falsa.
Pude saber quienes eran gracias a la nunca menos apropiada cámara fotográfica de mi teléfono celular. Una cámara que de por sí siempre pensé inservible y desdeñable, pero que ahora me ha servido para reconocer a los mercenarios pinga loca que me horadaron el culo.
El solo hecho de reconocerlos y saber quienes son es una sorpresa. Nunca pensé que tan buenos muchachos, bastante heterosexuales ellos, por cierto, con novias riquísimas y además críticos tan feroces de blog´s de ambiente, se hayan dejado fotografiar tan placenteramente con sus sexos erguidos, tocándose unos a otros, permitiéndose la osadía de ingresar a mi boca los dos a la vez. Ver las fotos me provoca una sonrisa enorme, no hay crimen perfecto, pienso.
Pero que clase de avaros mentales pueden ser estos imbéciles para dejarse fotografiar por un ser tan peligroso como yo. Que pensarían estos anormales amigos míos, que me quedaría en silencio lamentándome y amedrentado por su bravuconería infantil. Pues no. El hecho de que también te gusten los hombres no te hace maricón, los maricones fueron ellos, que aprovechándose del estado inecuánime en que me encontraba (o en que me encuentro), forzaron una penetración que en un inicio debió ser negada, pero en fin, no me quejo, esos son los riesgos que uno asume, pero los reto a que así sano como estoy ahora, bueno me acabo de fumar una troncho pequeñito hace un momento para darme coraje, se atrevan a sodomizarme, verán lo que les espera.

Entonces, como les decía, he visto las fotos y me he fumado un tronchito para planear la venganza por que aunque no lo crean así pienso mejor, y se me ocurre la genial y temeraria idea de descargar esas fotos a mi computadora y enviárselas a todo ser viviente que tenga una dirección de correo electrónico activa.
No es una buena idea desde el punto de vista de las consecuencias que traerá, pero siento que es mi deber jurídico reivindicar a mi poto que a sufrido una violación a sus derechos humanos.

Descargo las fotos y las voy enviando, primero a sus novias, luego al correo universitario de la facultad, luego a los catedráticos y al decanato y finalmente a nuestros amigos en común. Coloqué las fotos y un titulo en letras de colores que decía: Los críticos de ambiente. (En alusión a que uno de ellos en un artículo bastante primarioso, criticó la defensa de uno de mis compañeros a un fallo del Tribunal Constitucional a favor de los homosexuales)

Envié las fotos desde un correo recién creado y noté el inmediato impacto que esto causó en toda mi comunidad universitaria. El chisme y las fotografías se esparcieron de inmediato, y por lo que sé hasta el momento, sus novias los han dejado públicamente y ellos aún no dan la cara, se encuentran como no habidos.

Me sentí feliz y vengado, esto es como haber ganado un juicio, como haberlos condenado a la cadena perpetua de llevar sobre su espalda el yugo doloroso y vergonzante de una travesura imperdonable, que les ha costado la reputación y tal vez les cueste la carrera.

Abro mi correo y entre otras cosas veo un correo anónimo, lo leo y dice: Cuídate maricón, te rompimos el culo pero ahora te vamos a romper la cabeza.

lunes, 21 de diciembre de 2009

¿DÓNDE ESTOY? ¿QUÉ HORA ES? ¿POR QUÉ ME DUELE TANTO EL CULO? PARTE 1

A "Caligula".

No siempre tu último día de clases en la universidad tiene que ser bueno, y tengo como probarlo.









Algún Hotel desconocido, Avenida Washington, Centro de Lima.

Son las ocho de la mañana, por lo menos eso puedo ver en mi reloj. Hace unos segundos he abierto los ojos, he despegado mis parpados abruptamente preguntándome al unísono: ¿Dónde estoy? ¿Qué hora es? ¿Por qué me duele tanto el culo?
Gracias a Dios, o mejor dicho, al generoso obsequio de mi amigo Gianfranco, puedo saber que hora es y por lo que veo estoy en un hotel: hay botellas en todas partes, hay restos de cigarros y todo huele como a cantina, incluso yo. De manera que ya sé qué hora es y donde estoy y tal vez que estuve haciendo, ahora solo me falta saber por qué me duele el culo.
La cabeza me va a explotar, todo me da vueltas, presiento que no he dormido mucho, pero estoy seguro de que no podré dormir más. A las nueve en punto debo entrar a trabajar y puedo fallar en todo menos en eso pues la buena plata que gano me tiene esclavizado y me obliga a ser responsable. Trato de recordar qué pasó, como llegué hasta aquí y no puedo, solo vienen a mi mente borrosas imágenes de escenas tan lejanas que sería increíble pensar que sucedieron anoche. Estoy jodido, pienso. Veo la cama e intento recuperar sensaciones, intento sentir que fui feliz sobre ella, huelo sus sábanas y por mi nariz se filtra un olor a sexo a ron a cerveza a marihuana a sudor de hombre, todos fusionados haciendo un mismo aroma, un aromas que me es muy familiar y que está acabando con mi vida o por lo menos me está dejando unas ojeras del carajo.
Tengo dieciocho años y he vivido esta escena muchas veces, tal vez algún día no tendré la suerte de levantarme y me moriré o me morirán, de esta manera tan chicha, tan putañera, pero tan acorde con mi persona. Tengo una sed de mierda, tengo la boca amarga y la nariz irritada. Voy encontrando más pistas: también hubo coca. Trato de buscarla, miro a todos lados y sobre la mesa de noche encuentro entre otras cosas a mi solitaria tarjeta BCP y esa es una señal inequívoca de que mi acompañante o acompañantes se llevaron la restante y me dejaron un rebote horroroso, el peor de mi vida.
Y así, sin moverme, me toco el sexo, que como siempre hasta estas horas de la mañana anda lleno de sangre, asomando la cabeza por algún lado del calzoncillo. Lo toco y luego me llevo los dedos a la nariz: huele a mujer, a coño de mujer. Y ahora sí que no entiendo nada. Lo más lógico era que el co-protagonista de tal desmadre sea un hombre, pero como nada de lo que es lógico resulta siendo tal, mi pinga me huele a coño de hembra y a mí me duele harto el culo.
Qué grande la tengo, pienso. Y ya que pocas veces tengo el placer de verla así, comienzo a masturbarme, más por la curiosidad científica de descubrir si una buena paja te quita el dolor de cabeza, que por placer. Me vengo rápido y en demasía, eso confirma solamente una cosa: que anoche hice de todo menos eyacular. Me limpio con la sábana y pienso brevemente en las personas que se dedican a lavar las sábanas de los hoteles, que innoble labor; por eso estudio y voy a la universidad cinco horas diarias, por eso tengo que llegar a las nueve a mi trabajo, para nunca lavar nada pero para poder ensuciarlo todo.
La cabeza me duele mal y hasta más que antes, aunque no es por nada pero que alivio es sacarte un poco de leche de los huevos, bendito sea el que invento las pajas.
El tiempo que resta para las nueve se va reduciendo y yo aún no he hecho nada ni he descubierto al culpable o los culpables de mi deplorable estado. Se me viene a la mente las peperas pero descarto esa posibilidad al percatarme que mis cosas de valor, entre ellas mi celular, mi billetera, mi nextel, se encuentran a salvo también en el suelo. Eso me permite sospechar que los que estuvieron conmigo anoche son personas de mi absoluta confianza. Pienso en Renato, pero él es un pituquito, el jamás entraría a estos mataderos, se enrroncha y además él no me hubiese dejado aquí tirado a merced de nadie. Él me hubiese llevado en su carro a su casa por que sabe que a mi casa en este estado no llego ni cagando, y me hubiese puesto gasitas calientitas sobre la ñata y me hubiese dado harta Cocacolita para la sed. Además refuerza la tesis el hecho de que Renato hace semanas que no se aparece por la universidad y estoy seguro de que tampoco se imaginaba que ayer fue el último día de clases.
Claro, eso es, el último día de clases, por eso estuvimos tomando y por eso seguramente ahora estoy acá.
Intento levantarme y siento que no debí hacerlo. Me duele todo pero más el culo por eso me levanto de costado y con mucho esfuerzo me pongo de pie. Creo que sigo borracho y estoy haciendo algunas muecas. Arrastro los pies y trato de hacerlo ordenadamente para no irme debruces y cortarme la cara con tanta botella que hay en el suelo. Se me hace tan lejano el baño que pienso que mejor sería mear sobre el piso pero me muero de sed y quisiera tomarme hasta el agua del inodoro. Al pararme se hizo más notorio el malestar en mi baja espalda: me siento como en mi primera vez con Juancito Vargas, que me dejo en cama por semanas, sin la posibilidad de sentarme y peor aún sin la posibilidad de cagar. Qué gran pingón el loquito, saludos a Italia.
Al fin llego al baño, abro la llave del caño y tomo agua de una manera exagerada, atorándome. Lo peor del rebote es que nunca dejas de sentir sed y al principio te desesperas pero ahora, que ya me manejo en la materia comprendo de que todo es cosa de controlarse.
Dejo de tomar agua y me dispongo a orinar y ya no puedo más , me vence el cuerpo ,por eso me siento sobre la taza, me bajo el calzoncillo y orino sentado. Qué rico es orinar sentado. Yo quisiera ser mujer por el solo hecho de orinar sentado, es muy complicado orinar de pie: siempre teniendo que apuntar bien, siempre al cuidado de no gotear o salpicarte y lo peor de todo es que muchas veces sin limpiarte. Y ya casi cuando he terminado creo comprender el motivo del dolor en mi culo. Es un descubrimiento que me paraliza y me aterra y me hace temblar. Toda la parte trasera de mi calzoncillo está cubierta por una pasta rojiza que está entre seca y húmeda y que innegablemente es sangre en grandes cantidades. Me paro asustado y veo que mis piernas también están ensangrentadas. Lógicamente no me ha venido la regla: me han roto el culo. Literalmente me han roto el culo y de la manera más estúpida: en la inconsciencia.

(La parte dos continua el próximo Lunes)

miércoles, 16 de diciembre de 2009

EL AMOR EN LOS TIEMPOS DE LA GRIPE H1N1

"UN AÑO DE PAJAS"

A TODOS LAS PERSONAS QUE COMPARTIERON EL AMOR EN TODAS SUS FORMAS O DIMENSIONES CONMIGO.
DIEGO.





Hace cuatro años le hice el amor por primera vez a una mujer. Fue un comienzo accidentado, lleno de temores, bochornos y sin la protección debida de un preservativo. Fue un acto de amor aunque también de miedo. Me embargaba el temor de no dar la talla, de no durar lo suficiente, de no poder ocultar mi conocida inapetencia por lo femenino. Pero al fin y al cabo terminé sobrecogido por una mujer a la que no amaba en ese momento, pero a la cual terminé amando con locura más tarde. Y fue quizá ese acto cómplice, el que logró enamorarnos y mantenernos juntos por tanto tiempo, esa es mi teoría, no sé que dirá ella.

Recuerdo que en la primera oportunidad que tuve de estar junto a ella fui yo el que declinó. Cabe indicar que para eso, yo antes había hecho alarde de mis supuestos mil y un encames frente a ella, que por ese entonces era solo mi mejor amiga. Pero en ese momento y frente a su sexo desnudo, no supe ni siquiera como actuar y dije la primera estupidez que se me vino a la mente: Fiore, yo te respeto, creo que vamos muy rápido. Eso, por supuesto, me valió muchos puntos a mi favor, y quedé, afortunadamente, como el chico respetuoso y correcto que ella siempre creyó que fui.
Inmediatamente después de este episodio, corrí a mi barrio y busque la ayuda experimentada de los que hacía mucho desvirgaban mujeres por doquier. Les conté mi drama y traté de entender sus rampollescos consejos al máximo pero a la vez iba aplazando o evitando las oportunidades que tendríamos para concretar lo que evidentemente tendría que pasar tarde o temprano, eso, por lo menos, era lo que pronosticaban nuestros besos y tocamientos apasionados.

Hasta que el día llegó y tan tonto no soy, sabía que de no dejar que las cosas fluyan quedaría mal parado o crearía dudas innecesarias en ella y quise evitarme esos problemas más que por orgullo, por miedo. Ella hizo todo, lo confieso. Yo solo me dejé hacer el amor y sinceramente fue una de las más grandes decepciones de mi vida. No llegamos a terminar y no sé si ella llegó a notar mi inexperiencia y mi fracaso, pero luego estuve un gran rato encerrado en el baño masturbándome y tratando de expulsar todo lo que no pude en mi naufragio.
Intentamos hacerlo muchas veces más y el resultado fue el mismo: la frustración de no eyacular nunca. Era un amor incompleto, que te dejaba un sabor amargo en la boca y que nos mantenía en silencio, sudorosos, oliendo a sexo.
El día de su fiesta de quince años hicimos el amor por primera vez o mejor dicho, llegué a eyacular en ella por vez primera. Toda su familia estaba muy cerca del cuarto en que lo hacíamos y quizá por eso, el riesgo digo yo, fue lo que llegó a excitarme medianamente. Cuando lo logramos, recuerdo, lloramos mucho, palpamos el preservativo, conocimos al plural de mis células confundidas encapsuladas dentro de ese jebe maloliente y respiré profundamente totalmente convencido de que por fin era un hombre, que no me separaría de esa mujer nunca y que era una delicia hacerle el amor, que no volvería a estar con un hombre nunca más, aunque ya mucho tiempo después, me convencí que estaba equivocado.

Desde ese momento descubrimos que lo que verdaderamente nos excitaba era el hecho de sentirnos acechados, descubiertos, pillados. Y gracias a esa extraña costumbre, procuramos hacer el amor en los lugares más peligrosos y a la vez interesantes que pudimos. No era lo mismo hacer el amor en un hotel mala muerte de la avenida Habich en San Martín de Porres, encerrados frente a un televisor de 21 pulgadas con cable y canales para adultos, que hacerlo fuera del baño en el que su mamá se bañaba o hacerlo en la misma cama en que su hermana mayor dormía y en donde nosotros también fingíamos dormir profundamente. Cosas como esas hacían que nuestro amor sea especial pero a la vez peligroso. Cada vez buscábamos un lugar más excitante, hacer el amor en su casa o en la mía con nuestros padres rondando ya no significaba nada, queríamos más. Llegamos a hacerlo en un bus, la línea treinta y tres, que va de Gamarra a Canta Callao, en el asiento de al fondo, cubiertos por mi casaca y moviéndonos al compas del carro, que por cierto estaba semi-vacio. Lo hicimos también en el baño de la academia Trilce, exactamente la que se encuentra en la cuadra trece de la Arequipa, ella sentada sobre el tanque de agua del inodoro, a una altura considerable que evitaba que le vean los pies y yo parado frente a ella, tapándole la boca con las manos para que no haga ruido y evitar que ser descubiertos. Muchos otros lugares que hoy se escapan de mi memoria fueron también testigos silenciosos de nuestra fabricación del amor, lugares que aun sigo frecuentando y que me traen recuerdos imborrables, recuerdos que nunca podré describir.

Luego descubrí el amor con otras mujeres y desde hacía mucho tiempo atrás con otros hombres y gracias a eso entendí que no todas las personas con que te acuestas son memorables, las situaciones, los lugares, los momentos exactos, las hacen memorables e indescriptibles. Ahora hago el amor con frecuencia, no siempre me resulta gratis, pero intento buscar en él, las dosis de peligrosidad del inicio, aunque no siempre es tan fácil conseguirlo o no siempre consigues a la persona que este dispuesta a intentarlo. Por eso a veces tienes que pagar y no me avergüenza el hecho de decir que a veces tengo que pagar por amor, no siempre tampoco, pero las veces que lo tengo que hacer, lo hago y creo que te sientes mejor, disfrutas del producto que has comprado, lo aprovechas al máximo.

Resulta más cómodo irte a un hotel con una chica pero tal vez no tanto si es que vas con un hombre, digamos que en ese caso siempre existe un poco de vergüenza. Vergüenza que por supuesto yo se manejar muy bien, pero que en el caso de mis inexpertos acompañantes, que casi siempre son distintos, no puedo reprimir, por eso he cambiado de escenarios y hoy el baño del segundo piso de mi facultad, al cual no entra nadie y aun no me explico porqué, se ha convertido en el lugar que acoge mi amor en todas sus dimensiones todas las semanas (sobre todo cuando tengo clases de Lógica Jurídica). Ese baño es un lugar místico, desolado y no por eso menos acogedor, y además cuenta con un diseño sonoro que encapsula los gemidos y onomatopeyas propias del amor.

Nunca he sido descubierto, ese es mi mayor orgullo. Creo que si de algo se puede jactar una persona es de la cantidad de lugares en que haya hecho el amor, no de la cantidad de personas, hombres o mujeres, de eso no, tan solo de las veces en que se entrego al deseo, a sus más bajos instintos, a las ganas descontroladas de entrar en alguien o de dejarse poseer por alguien, de las veces en que dejo un poco de su ser, de su vida en un persona o en un preservativo.

Si algún día muero y tienen que escribir mi epitafio, tendrán que decir:
Fue un hombre (en parte) que amo y fue feliz, por que hizo el amor en todas partes.

miércoles, 2 de diciembre de 2009

JUGANDO LIMPIO

Este artículo fue publicado luego de la aprobación de Estrella, la protagonista de esta historia y de mi vida.




Me acabas de sonreír. No sé que decir, tu sonrisa me ha paralizado. Eres preciosa, pienso. Te miro a los ojos fijamente y también te sonrío con la expresión más traviesa que invento. No dejo de mirarte a los ojos, así medios chinitos, porque desde chico me enseñaron que siempre debes de mirar a las personas de frente, sin miedo.
Parecen siglos pero han transcurrido apenas unos segundos. Uno de los dos tiene que hablar, ¿Pero quién? Me siento raro, yo nunca me aplatano, yo siempre tengo algo que decir, yo siempre tengo alguna estupidez en mente para robarle sonrisas a la gente, por eso que a veces muchos de mis amigos piensan que yo las preparo con anterioridad, pero no, se equivocan, así soy yo: un payaso frustrado que ríe por no llorar.
Pero ahora estoy bloqueado, tendrás que empezar tú preciosa, yo paso, me paltéo, hace meses que no hago esto, porque, tengo que confesarles, que desde hace un año aproximadamente, solo me he vinculado con chicas a las que me pueda tirar a la brevedad, ustedes sabe, a pesar de todo soy hombre y tengo mis necesidades “filosóficas” (cómo dice mi abuela). No me interesa gilearlas ni llevarlas al cine o a comer ni nada, solo un par de tragos, claro si la situación lo amerita, y plum, a aplicar durito y parejo. Ya me acostumbre a ese ritmo de vida, sinceramente me resulta mas laxo y justo ahora, cuando necesito revivir mis grandes dotes de gilero profesional no puedo. Puta madre, qué injusta es la vida (o la arrechura). Pero a ti no te miro con ganas de tirarte, no. No pienses mal. Yo a ti te respetaría , ni siquiera te besaría porque mujeres como tú no están hechas para tocarlas sino para contemplarlas, para soñar con ellas, para pensar en ellas y eso seguramente es lo que va a pasar conmigo, me voy a quedar clavadazo pensando en ti por días, solo estarás en mi mente y les diré a los pajeros de mis amigos que conocí a la dios Venus y ellos me pedirán que te describa tu poto o tus tetas y yo no diré nada porque por lo menos en mi recuerdo serás mía, solo mía.
Entonces despierto del trance y me digo, ey Dieguin, no puedes dejarla ir así no mas, no puedes perder esta oportunidad, tienes que hacer algo. Y es verdad, tengo toda la razón, es la primera vez en mucho tiempo que me encuentro totalmente de acuerdo conmigo mismo, y es que así es el amor, súper conciliador, y mira tú preciosa sin querer haz hecho que me reconcilie con mi otro yo, porque yo siempre ando peleado con todo el mundo e incluso conmigo mismo, pero por ti, mi amor, me peleo con el mundo entero. Oye, Diego, un momento, ¿Acaso te has dado cuenta de lo mismo que yo? Si, sí, eso. Y no es que piense mal ah, ¿Pero no crees que sea mucha coincidencia? La verdad es que se parece un poco pero yo al principio ni por acá, aunque ahora que lo mencionas puede que tengas razón, se parecen un poco, no mucho tampoco, Fiorella tenía rasgos más toscos en cambio ella es suave, súper delicada y tiene lo que en mundo del espectáculo los actores llamamos ángel y si yo creyera en Dios diría que es un ángel, pero no creo o por lo menos no mucho, y por eso por ti estoy dispuesto a inventar una religión, para adorarte solo a ti, pero eso sí yo solo seré tu único feligrés porque compartirte ni loco, me costó tanto conseguirte que ni a balas te pierdo. Pero yo ya me estoy alucinando a tu lado y ni siquiera he abierto la boca para decirte hola, que mal educado soy, no parece que viniese de la familia que vengo, ni que tuviese el apellido que tengo, pero es que se pegan pues, la choledad y la malacrianza se pegan, sobre todo en esta universidad en donde abundan los cholos becados que a uno lo tratan como igual, sin respeto alguno por el cargo que ostentamos, que en mi caso es nada más y nada menos que delegado general de Derecho, pero estos que van saber de eso. Ten cuidado de esos malandros, amor, de segurito que si no te roban te meten la mano, pero ay de aquél que se atreva y yo me entere, pobre de él, le rompo todo, la cara, los brazos, las piernas, los regreso a su tierra en bus camión y encima les expropio su chacra, ay carajo, ni que se metan contigo, preciosa, porque yo salto.
Y en eso, Diego, ¿No?, me preguntas rauda. No puede ser, sabes mí nombre, me conoces, y lo dices tan segura que si tal vez no me llamara Diego pues te diría que sí, porque tu sonrisa es capaz de convencerme de todo. ¿Y como me conoce?, me pregunto, si yo en mi puta existencia he tenido el placer de presentármele; pero bueno, Dieguin, no nos engañemos, ¿Quién no te conoce en esta pulgosa universidad? Si tu eres el mas popular por lo menos de tu facultad, si tú, en tu afán de figurar en todo haz hecho patas en todas las carreras que has podido, tal vez esa hermosura te vio caminando por hay y preguntó tu nombre o tal vez le pasaron el link del blog mamarrchento que tienes en Internet y te ha leído y ya conoce tu pasado, tu oscuro pasado, y solo te ve con pena, como un chico confundido y con muchos problemas al que gentilmente quiere ayudar, pero por favor Dios mió, si existes, nunca dejes que me lea, yo no quiero que me lea, no quiero que conozca mi pasado, por lo menos no ahora, yo solo quiero que sepa de mi futuro, de mi futuro junto a ella.
Sí, le digo, ¿Tú, eres?, y de inmediatamente me responde, Cielo, y yo pienso que me esta diciendo cielo a mí, pero no, así se llama, y eso es, ya tengo algo gracioso que decir y le digo gracias, y ella, ¿Gracias por qué?, por decirme cielo y eso que no me bañe, le digo y se ríe, y ya me puedo morir en paz, porque por una sonrisa suya me vuelvo melcochita, y ella, yo me llamo Cielo, mongolito, pero preciosa, tú no solo te llamas Cielo, tú eres el cielo. Y en eso te sonrío y te digo un gustazo y me voy acercando a ti para darte el diplomático besito en el cachete, y mientras me acerco no sabes cuanto deseo ser ruso en este momento para poder darte un beso en la boca, entonces, muack, y siento tu cachetito helado junto a mis labios y me quedo pegado un ratito, recontra goloso, y tu piel es suave, que diferencia con la mía que esta tan maltratada por el maquillaje y por el sol. Eres la chica perfecta y me gustas, pienso, porque los unicos requisitos que le pido a una señorita para atreverme a enamorarme de ella es no ser más alta que yo, eso las obliga a ser necesariamente chatas y no tener granos en la cara, y tú eres bien chaturris, bien compacta, y tu rostro es precioso, que envidia, ¡suaveeeecito!. Porque eso sí, preciosa, yo odio a los granos, desde siempre les he declarado la guerra, por eso que en mi cara nunca encontraras uno y que ni se atrevan a salirme porque los combato al toque con mi vapor de manzanilla sobre la cara y mis antibióticos, así desaparecen en one los pinches granos.
Cielo, no quiero caerte mal, no quiero hacerme el bacán ni el chico súper-conocido, quiero ser modesto, humilde, gracioso, sincero. No quiero empezar con una mentira, ese siempre es mi error. Otra oportunidad así ya no llegará y si llega talvez llegué muy tarde. Tú y tu sonrisota han aparecido en el momento indicado, cuando más las necesitaba, por eso ha llegado la hora de cambiar, de olvidarme de todo: de los chicos, las juergas, los bates, las pichangas y solo pensar en ti, solo en ti. Me lo acabo de proponer y sé que lo voy a cumplir. Te lo prometo, aunque aún no te enteres.
Ahora tu expresión cambia y me dices que te interesa mi proyecto para la modernización de la cafetería y yo, así seriecito, re-contra delegado, re-contra aprendiz de abogado, te paso a explicar el porqué de mi proyecto, y tu te enfureces y me das la razón, y me hablas de la concesión y creo que me gustas más así: molesta, hablando de derechos y deberes y no se porqué pero quiero pasar el resto de mi vida a tu lado.
Te doy las gracias por el apoyo y te propongo que seas parte de mi equipo y me dices, ya, mostro, y ahora eres informal y sonríes y yo lo que en verdad quisiera decirte es que seas parte de mí y de mi vida, pero slow, slow, Dieguin, piano, piano, como decía mi abuelo, tienes que ir despacio, que Cielo no piense que eres uno de esos pendejitos mandados, que se creen los bacancitos, que se paran rascando la entrepierna y escupen por doquier. Yo no me rasco la entrepierna, amor, y para serte franco, tampoco sé escupir, mi viejo nunca me enseño, cada vez que escupo termino escupiéndome a mí mismo. Y tampoco soy pendejo, yo siempre juego limpio, excepto cuando juego sin bañarme o cuando escribo.

Diego,