A Carola, con todo el amor del mundo.
Suena por tercera vez tu celular y ni siquiera lo vez. Sabes que soy yo, por eso no contestas, me odias, me desprecias, no me quieres volver a ver en tu vida, tal vez tengas razón. Sigo timbrándole a tu celular, y me voy dando cuenta que soy un ser despreciable, que no estas tan loca como yo creía, que no exageras, que lo que te hice estuvo mal, que no debí hacértelo, pero a la vez me convenzo que si estuviera en mis manos retroceder el tiempo y hacerlo otra vez, lo haría encantado, te lo mereces.
Fuiste mi novia hace mucho cuando éramos unos niños, pasó todo lo que pasa en esas relaciones: toqueteos temblorosos, roses pélvicos y besos torpes, eso sobre todo, besos bastante torpes, que luego con la práctica se fueron volviendo delicados, apasionados, perfectos; gracias a eso ahora yo me jacto de besar bien, y fueron esos momentos clandestinos, a oscuras en casa de alguien o debajo de las escaleras del colegio, donde me enseñaste a besar, donde aprendimos los dos. Nunca ocurrió nada más, a mi pesar claro, pero fue una linda relación, llena de celitos tontos y de peleas aun mas tontas, y te aseguraría que fuiste el amor de mi vida, pero sabrías que miento y que en realidad no lo eres, ni nunca lo serás.
No fuiste mi primera mujer, pero si fuiste indudablemente la primera mujer que me hizo decepcionarme del amor, o de lo que yo llamaba amor, que no era más que una tonta ilusión. Teníamos algunos meses de ser novios y creo que yo estaba mas enamorado de ti que tu de mi, pero esas cosas pasan, a mi siempre me han pasado, yo te escribía cartas y te ofrecía cosas que jamás cumpliría ni contigo ni con mujer alguna, con un hombre tal vez si, pero ese es otro tema. Nos besábamos regularmente seguido, siempre ocultos en la escalera del colegio, yo me sentía orgulloso de tener una novia como tú y me sentía aun mas orgulloso cuando mis amigos, que no eran pocos, nos veían besarnos; pero ese orgullo se desvaneció en un instante cuando me dijiste que ya no podías ser mi novia, que ya no podría escribirte cartas, y que tampoco, y para mi desgracia, podríamos besarnos ocultos bajo esa gris escalera. Tu excusa -luego me daría cuenta- fue la mas tonta que un ser humano halla podido idear, pero que podía esperar de ti, que lamentablemente no has sido dotada de sapiencia alguna; mi papá ha visto tus cartas y me va a cambiar de colegio,me dijiste casi inundada por tus lagrimas, y yo, que soy un tonto, y en ese tiempo lo era aun mas, te creí llorando también, y te dije que no quería causarte problemas, que prefería dejarte para que puedas estar tranquila, y así fue como finalizo nuestra primera de tantas relaciones, y por lo que paso después, veo que te tranquilizaste muy rápido, pues a la semana te vi de la mano de otro chico, y en ese preciso instante cuando la mano de tu nuevo galán se desplazaba sobre tu cintura, un poco ancha por cierto, fue donde comenzó tu desgracia o para ser mas exactos mi venganza.
Luego de eso volvimos, pero ahora tú mas enamorada de mi que yo de ti, en realidad yo ya no estaba enamorado de ti, nunca mas podría enamorarme de ti después de lo que me hiciste, mi consigna era hacerte lo mismo que me hiciste tú, y así lo hice. No soy un chico atractivo-y lo sabes-pero modestamente me se hacer querer, tuve dos novias mas estando contigo, y no las tuve a ocultas ni nada por el estilo, estaban en nuestra misma aula de clases, muy cerca de ti, pero ninguna se entero, tampoco tú claro, y eso solo reafirma mi buen toreo de la situación o simplemente que tengo una aguda afición por las chicas tontas. Claro que luego revele el secreto de mi infidelidad tripartita, pero fue solo con la intención de que sufrieras un poco lo que me toco sufrir a mí. Luego me terminaste como era obvio, y yo estaba feliz pero no satisfecho, así que te reconquiste y esto nuevamente confirma mi teoría de que eres un tonta, te prometí mil cosas, jure y perjure por todo santo existente que había cambiado, y caíste nuevamente, y volví a creer en mí, y fui el hombre mas feliz del mundo.
Daniela, tu mejor amiga, una victima inocente de una estúpida venganza, victima de la que posiblemente me enamore, pero que antes que eso use para destruirte la vida, y lo hice, pero lamentablemente también me enamore. Lloraste como nunca al enterarte, pusiste a medio mundo en contra mío, pataleaste, me odiaste mas e injustamente odiaste también a Daniela, que no tenía la culpa de nada, pues fue-al igual que tú-una victima de mi egoísmo.
Me sentí mal por ella, por que te confieso que le agarre cierto cariño, aun más del que te tenía a ti por supuesto, pero para mí el fin siempre ha justificado los medios, pobre Daniela algún día escribiré sobre ella, y sobre los besos en partes prohibidas del cuerpo que le di.
Indudablemente no fui la persona que te hizo mujer, en realidad nunca me quedara claro quien fue la persona que lo hizo, pero se lo agradezco, me dejo el camino mas fácil. Lo recuerdo como si hubiera sido ayer, no éramos novios ni tampoco teníamos ganas de serlo, te dije para vernos y salir a algún lado, aceptaste encantada y yo que se un poco de estas cosas, te hice sentir importante, asediada, y fui galante, te dije lo que querías escuchar y en realidad no se como pero terminamos besándonos y muriéndonos de ganas por acostarnos. Te dije para hacerlo y tu respuesta fue clásica, pero sabía que te morías por hacerlo y me convencía aun mas de eso cuando me dejabas acariciar tu sexo húmedo y poblado de pelo. Fuimos a un hotel pero no nos atrevimos a entrar, entonces te propuse mi casa, que no es un buen lugar para tener sexo, pero mi falo erecto reducía a nada mi raciocinio, que de por sí ya es escaso. Nos amamos sobre el mueble donde tantas veces me ame con Jimena, pero claro, tú ni lo sospechabas y cada vez que entraba en ti pensaba un poco en ella y para ser justo, en realidad pensaba un poco en todas. Me vine en tu vientre, la saque en el momento exacto y no me dio tiempo para a puntar a otro lado, pensé que te molestaría mi torpeza, pero hasta creo que te gusto y creo también que solo fue eso lo que te gusto, pues no volviste a buscarme en muchos meses y te confieso que fueron meses infinitos de auto-tocamientos nocturnos pensando en ti, y fueron interminables la veces que busque tu olor a sexo sobre los cojines de mi sofá, y aunque te hiciste esperar mucho, era lógico que tendrías que volver. Sonó mi celular-como ahora suena el tuyo- y lo conteste de inmediato, eraz tú, realmente me sorprendiste, y no se por que pero se me puso dura ni bien te escuche hablar, parece que mi sexo esta aprendiendo a reconocer la voz de mis amantes. Me dijiste que habías roto con tu chico, que necesitabas hablar con alguien y claro, yo tenía que ser alguien, por eso me ofrecí de inmediato; que excusas tan tontas pones para tirar, pensaba, y talvez estaba equivocado pues cuando te vi, no note que tuvieras ganas ni siquiera de besarme. Conversamos un poco de todo, en realidad tú hablabas y yo solo deseaba acostarme contigo, perdóname la franqueza pero me resultaba bastante complicado tratar de entenderte y a la vez imaginarme encima de ti. La tenía dura, y tú hablabas de no se que; no sabía que diablos hacer para cambiar de tema, así que te invite a comer pues imaginaba que tal vez era eso, que necesitabas algo de alimento para poder abrir las piernas con facilidad, y lo imagine mal, pues te tragaste todo el KFC que yo nunca he comido en mi vida y aún así tenías hambre. Salimos de ese frívolo local, donde he comido la ensalada más asquerosa de mi vida y te pedí irnos a un lugar mas tranquilo, después, tengo mas hambre, me dijiste con un gesto de mendigo y por supuesto que no pensaba gastarme mas dinero en esa inmunda franquicia, así que te lleve aun chifa, no era un chifa barato, ni siquiera era modesto, era un chifa mas bien caro, pero chifa al fin y esto por supuesto mato toda mi pinta de galán acaudalado que te fui vendiendo y extinguió tú mas ínfimo deseo de querer acostarte conmigo. En realidad fue otro gran error llevarte a ese lugar, y esto solo confirma que no soy bueno para estas cosas, gaste mucho más de lo que gaste en el anterior, pues ahora yo también me aventure a probar esos manjares que se fueron repitiendo con algo de prisa, y haciendo unos cálculos simples la cuenta bordeaba las tres cifras, estoy loco pensaba, estos son el polvo y la puta mas caros de mi vida. Íbamos terminando y yo la tenía nuevamente dura, cuando fuiste al baño a contestar un celular que solo tú escuchaste, yo te mire despreocupado, te desvestía con la mirada, luego volviste y me dijiste que tendríamos que posponer nuestros planes para otro día, que tu padre estaba furioso y que ni bien acabáramos ese opíparo banquete, servido a costa mío claro, te tendrías que ir. Te odie, todo mi deseo por poseerte se convirtió en un deseo de humillarte, no me podía contener si no me paraba en ese instante podría haberte lastimado. Me pare, fui al baño, no te pedí permiso para hacerlo claro; ya en el me mire en el espejo y me di vergüenza, y descubrí que a pesar de las ganas que tenía por arreglar las cosas acostándome contigo, nunca se podrían arreglar pues mi destino sería siempre vengarme de ti y ahora tenía una oportunidad mas que buena para hacerlo. Sabía que no contabas con mas dinero que el que te permitía desplazarte austeramente en un microbús, sabía además que deseabas que te preste algo de dinero, y entonces no se me ocurrió mejor idea que irme, dejarte sola con la comida a medio terminar y además con una cuenta inmejorablemente grande, que no la pagarías ni con tu cuerpo (que no es muy bueno), como quería que me la pagues a mi, y tú que eres tonta y quisiste ser mas lista que yo, no supiste aprovechar. Salí del restaurante fingiendo hablar por celular y llamando un poco la atención del personal de servicio, que viendo a mi acompañante cómodamente sentada, se despreocuparon un poco. Me preguntó, cual abra sido el momento exacto en que te percataste de mi ausencia, me hubiera encantado ver tú rostro incomodo al notar mi demora.
Estoy en el taxi rumbo al frío distrito donde vivo, o mejor dicho sobrevivo. Me rió solo ante la mirada extrañada del viejo conductor de ese estrecho vehiculo, siento mi celular vibrar y no lo contesto por que eres tú; ahora tú haces lo mismo no me contestas y tal vez también te ríes, pero tú tienes la culpa de todo, por haberte ido con otro cuando estaba enamorado de ti, por comer tanto, por impedir que esta tarde nos revolcáramos un rato, o por simplemente ser una tonta y confiar en mí. Tal vez nunca mas me vuelvas a dirigir la palabra, pero ya no me importa, me he vengado de ti y soy el hombre mas feliz del mundo.
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Si buscas buena literatura será mejor que no entres a Pajas. Aquí solo encontraras mi vida que es la vida de un joven de 18 años al que le gusta follar con sus amigos,amigas, con sus novias, con los amigos de sus novias, etc. ¿Encontrarás tal vez algunos otros temas? Pues sí, puede ser. Nunca se sabe. De preferencia no me leas, de verdad, te lo agradezco pero no. Un beso a todos ( y a todas).
lunes, 26 de enero de 2009
miércoles, 14 de enero de 2009
Papeles invertidos
Dedicado a J. R. "Ch", que fue mi amante por una noche, y que sera mi amigo por siempre.
Sebastian Gonzáles es un ex alumno del colegio Praga, que se desempeña prematuramente a sus diecisiete años, en un modesto empleo, que le deja ganancias suficientes para satisfacer sus antojos adolescentes y a veces más que eso. Este empleo entre otras cosas, le ha traído como consecuencia un distanciamiento notable y alargado de sus antiguos compañeros de clases; los cuales no trabajan, no estudian, o si lo hacen, lo toman deportivamente, como quien pasea al perro o va al gimnasio. Estos compañeros suyos, han incubado desde la infancia toda clase de vicios, malacrianzas y quien sabe que mas taras sociales, de las que por supuesto Sebastian como su amigo, no ha estado exento; mas, ahora que trabaja, o que según él lo hace, se ha apartado drásticamente de la collera escolar, y para ser mas específicos de toda vida social existente, la cual estando él, en el amanecer de la juventud, es extensa.
Sebastian es un joven que ha sabido hacerse extrañar entre sus compañeros de clases, no digamos que es un joven altamente imprescindible, pero de una u otra manera siempre ha mantenido un cierto liderazgo frente a los demás, el cual se ve reflejado en el respeto que ha sabido ganarse en el grupo. Otro que ha demostrado su innato liderazgo grupal es Joel Rodríguez, apodado quien sabe por qué como el “Chachis". El Chachis no era el prototipo de líder de cualquier banda, es mas, tampoco era el prototipo de hombre exitoso o de hombre al fin; tenía un linaje andino perceptible a millas, era mas bien flaco, de poco paso por la ducha, de andar desarreglado, de apariencia descuidada y sus dientes auriverdes reflejaban el no uso de cepillos dentales en meses, si no años, en fin todo este conjunto de características nada gratas, hacían posiblemente del Chaschis un hombre impopular e impresentable, pero él que era mas que listo, había sabido adaptarse al grupo y no contento con eso, ganarse un lugar bastante apreciable dentro de este. Sin contar que el Chachis era un experto en la organización de cualquier tipo de reunión, fiesta, reencuentro, actividad pro-fondos, etcétera; y cabe resaltar el éxito de estas actividades, siendo él, conocedor de medio mundo. Sebastian y el Chachis siempre se han llevado más que bien, ninguno de los dos recuerda el momento exacto en que la vida cruzo sus destinos, pero saben que desde que esto paso, solo les ha quedado llevarse bien y hasta el momento, lo van haciendo de maravilla; y aunque ellos no se han vuelto a ver la cara desde el final del quinquenio escolar, se siguen recordando con la nostalgia que solo se puede tener por alguien que se quiere.
Ha pasado mucho tiempo desde el momento en que se dejaron de ver, y han sido muchas también las ocasiones en que Sebastian ha sido invitado a esos reencuentros infaltables que tienen todas las promociones secundarias del mundo, mas él, con argumentos improbables se excusaba de no ir; pero esta vez, quizá por esas fatalidades de la vida, todo seria distinto. El reencuentro seria en casa de Gustavito Arce, un joven apuesto, mas bien alto y de una atractiva timidez, la reunión pintaba bien: poca gente, chicas lindas, chicos aun mas lindos, y sobre todo gente con dinero, o por lo menos con algo más de dinero que toda la promoción, obviamente estaría también el Chachis, que no era un chico lindo y mucho menos una chica linda y complicando aun mas su ya desastrosa situación, no contaba con mucho dinero. Sebastian estaba nervioso, pero ¿Porque estarlo? Tal vez intuía el futuro trágico de ese infortunado reencuentro, o tal vez el echo de su desaparición de escena por tan prolongado tiempo lo hacia buscar una manera de reintegrarse a un grupo del cual se había autoexiliado. Todo estaba pactado para las cinco de la tarde, y Sebastian, que es un joven puntual, estaba listo desde antes, y ya rumbo al encuentro pensaba, notoriamente fastidiado, que llegaría muy temprano. Pero no fue así, el denso trafico y uno que otro vehiculo agonizante que terminaba su vida sobre las bombardeadas pistas limeñas, hicieron que Sebastian llegue mucho después de la hora pactada. Lo bueno se hace esperar, pensaba mientras tocaba el timbre e imaginaba a sus compañeros abrazándolo, preguntándole que ha sido de su fatigada vida, y él, que nunca tuvo a la modestia como virtud principal, diciéndoles que todo esta perfecto, que la vida le estaba sonriendo, y que tiene unos excelentes planes a futuro. Pero al entrar, su imaginación cual copa de cristal atraída por la gravedad se despedazo a miles de partículas irreconocibles y sobre ellas, solo tres personas mirándolo, depositadas mas que sentadas sobre un largo sofá marrón y él aun pasmado, parado bajo el marco de la puerta mirándolos y fingiendo una sonrisa, que mas que sonrisa parecía llanto. Ingresó lentamente, aun sintiéndose engañado por los ojos, mantenía los labios estirados hacia ambos lados del rostro, paso a saludar a los solitarios espectadores, del que hubiera sido su espectáculo, mas no se sentó por que intuía que no estaría en esa casa por mucho tiempo. Conversaron lo mínimo, la charla estaba llena de monosílabos, de histriónicas sonrisas y de alguno que otro vaso de gaseosa, en eso, llego la persona en la que Sebastian guardaba su única esperanza: El Chachis. Y no llegó solo (pues él nunca andaba solo), trajo consigo a una decena de acompañantes que eran ni más ni menos los asistentes descritos mentalmente por Sebastian, chicas lindas y de poco beber, chicos apuestos de beber apresurado y así todo se fue convirtiendo en una irresoluble jornada alcohólica, de esas que no se realizaban hacia un buen tiempo.
Pero Sebastian notaba la falta de alguien en ese ambiente jubiloso y el Chachis era sin duda esa persona. Lo busco con la mirada y lo encontró arrinconado sobre la pared, ausente y en silencio, como nunca lo había estado, se le fue acercando y Chachis sin percatarse (o percatándose, nunca se sabrá) se dirigió al baño, entro y cerro la puerta, Sebastian lo siguió y lo espero afuera, aunque lleno de impaciencia por la demora toco la puerta y esta se abrió al parecer sola, entro al instante y encontró a Chachis sentado sobre el inodoro llorando inconsolable; Sebastian consiguió, con algo de esfuerzo, calmarlo y le pidió irse a un lugar mas tranquilo, el Chachis acepto resignado ofreciendo su casa, Sebastian dudo un poco antes de aceptar, pero su amistad (o su curiosidad) pudieron mas. El Chachis vivía en un barrio antiguo de Lima, en una casa más bien vieja, antidiluviana, de estrepitosas escaleras, las cuales parecían venirse abajo con el pisar de los dos amigos. Ingresaron a la casa, estaba algo entrada la noche, el Chachis le pidió a Sebastian que no hicieran ruido por un rato, hasta que su mamá concilie el sueño, así lo hicieron. Sebastian conocía a la madre de Chachis, era una mujer de aspecto simple, sin encanto alguno, pero de una fuerza de voluntad única; la conoció hace algunos años y desde ese momento ella le agarro un insólito cariño, es que Sebastian siempre se llevó bien con los padres de sus amigos, incluso mejor que con ellos mismos. Aprovecharon el tiempo para ir a comprar cervezas y comer algo, cuando regresaron trajeron consigo tres cajas de cervezas, que con el pasar de las horas, y entre charlas y llantos fueron vaciando su contenido. El Chachis le confeso a Sebastian el verdadero motivo de su llanto: me internaran en el ejército en una semana, le dijo entristeciendo. Sebastian curtido de mas de caja y media de cerveza, lo tomo como una broma y se rió a fuertes carcajadas, que molestaron a Chachis y este se defendió, es de verdad huevón y yo no me quiero ir, yo no sirvo para el ejercito, me van a hacer mierda, dijo con la voz mas que quebrada. No seas loco, tómalo como unas vacaciones, que daría yo por ir al ejercito y ver a tanto chico guapo, le dijo tratando de ser gracioso. No, no yo no quiero ir, por favor no dejes que mi papá me lleve te lo suplico Sebas, le dijo ahora, llorando y aferrandose a él como un niño. Sebastian acarició su maltratado cabello y lo echo a su lado e intento hacerlo dormir, pero para su sorpresa y en plena oscuridad, Chachis fue acercando el aliento a su rostro y termino frotando sus labios con los de Sebastian, y este percibiendo su rancio sabor del licor en sus labios, y aun sorprendido, correspondió sus besos sin dejar de acariciar su pelo, su rostro y ahora otras partes mas de su maltratado cuerpo. Conoció el minúsculo sexo del Chachis con las manos, percibiendo su pequeñez, bajando hacia el cegado por la falta de luz, y lo beso despacio, probando su desaseo y su inmundicia, lo lamió apresurado sacándose la ropa al igual que Chachis, luego corrieron a la cama, se echaron y frente a la inminente copula y comprendiendo Sebastian su posición en esta, le dio la espalda a Chachis invitándolo a entrar en él, pues lo esperaba ansioso, masturbándose y gimiendo, se esta haciendo esperar, pensaba, pero la penetración nunca llego, por eso volteó excitado besando nuevamente a Chachis y era este el que ahora le daba la espalda, Sebastian no lo comprendía, Chachis nunca tuvo fama de ser maricón, mas bien era rudo, y hasta parecía homofóbico, era por eso que verlo hoy, de espaldas, abriendo sus nalgas y ensalivándolas lo hizo despertar del trance en el que estaba, ese trance ocasionado por el alcohol y por no poderse contener ante los besos del Chachis, trance que pudo evitar, negándose como siempre a asistir a esa tonta reunión a la que nunca debió asistir…
Continuara
Sebastian Gonzáles es un ex alumno del colegio Praga, que se desempeña prematuramente a sus diecisiete años, en un modesto empleo, que le deja ganancias suficientes para satisfacer sus antojos adolescentes y a veces más que eso. Este empleo entre otras cosas, le ha traído como consecuencia un distanciamiento notable y alargado de sus antiguos compañeros de clases; los cuales no trabajan, no estudian, o si lo hacen, lo toman deportivamente, como quien pasea al perro o va al gimnasio. Estos compañeros suyos, han incubado desde la infancia toda clase de vicios, malacrianzas y quien sabe que mas taras sociales, de las que por supuesto Sebastian como su amigo, no ha estado exento; mas, ahora que trabaja, o que según él lo hace, se ha apartado drásticamente de la collera escolar, y para ser mas específicos de toda vida social existente, la cual estando él, en el amanecer de la juventud, es extensa.
Sebastian es un joven que ha sabido hacerse extrañar entre sus compañeros de clases, no digamos que es un joven altamente imprescindible, pero de una u otra manera siempre ha mantenido un cierto liderazgo frente a los demás, el cual se ve reflejado en el respeto que ha sabido ganarse en el grupo. Otro que ha demostrado su innato liderazgo grupal es Joel Rodríguez, apodado quien sabe por qué como el “Chachis". El Chachis no era el prototipo de líder de cualquier banda, es mas, tampoco era el prototipo de hombre exitoso o de hombre al fin; tenía un linaje andino perceptible a millas, era mas bien flaco, de poco paso por la ducha, de andar desarreglado, de apariencia descuidada y sus dientes auriverdes reflejaban el no uso de cepillos dentales en meses, si no años, en fin todo este conjunto de características nada gratas, hacían posiblemente del Chaschis un hombre impopular e impresentable, pero él que era mas que listo, había sabido adaptarse al grupo y no contento con eso, ganarse un lugar bastante apreciable dentro de este. Sin contar que el Chachis era un experto en la organización de cualquier tipo de reunión, fiesta, reencuentro, actividad pro-fondos, etcétera; y cabe resaltar el éxito de estas actividades, siendo él, conocedor de medio mundo. Sebastian y el Chachis siempre se han llevado más que bien, ninguno de los dos recuerda el momento exacto en que la vida cruzo sus destinos, pero saben que desde que esto paso, solo les ha quedado llevarse bien y hasta el momento, lo van haciendo de maravilla; y aunque ellos no se han vuelto a ver la cara desde el final del quinquenio escolar, se siguen recordando con la nostalgia que solo se puede tener por alguien que se quiere.
Ha pasado mucho tiempo desde el momento en que se dejaron de ver, y han sido muchas también las ocasiones en que Sebastian ha sido invitado a esos reencuentros infaltables que tienen todas las promociones secundarias del mundo, mas él, con argumentos improbables se excusaba de no ir; pero esta vez, quizá por esas fatalidades de la vida, todo seria distinto. El reencuentro seria en casa de Gustavito Arce, un joven apuesto, mas bien alto y de una atractiva timidez, la reunión pintaba bien: poca gente, chicas lindas, chicos aun mas lindos, y sobre todo gente con dinero, o por lo menos con algo más de dinero que toda la promoción, obviamente estaría también el Chachis, que no era un chico lindo y mucho menos una chica linda y complicando aun mas su ya desastrosa situación, no contaba con mucho dinero. Sebastian estaba nervioso, pero ¿Porque estarlo? Tal vez intuía el futuro trágico de ese infortunado reencuentro, o tal vez el echo de su desaparición de escena por tan prolongado tiempo lo hacia buscar una manera de reintegrarse a un grupo del cual se había autoexiliado. Todo estaba pactado para las cinco de la tarde, y Sebastian, que es un joven puntual, estaba listo desde antes, y ya rumbo al encuentro pensaba, notoriamente fastidiado, que llegaría muy temprano. Pero no fue así, el denso trafico y uno que otro vehiculo agonizante que terminaba su vida sobre las bombardeadas pistas limeñas, hicieron que Sebastian llegue mucho después de la hora pactada. Lo bueno se hace esperar, pensaba mientras tocaba el timbre e imaginaba a sus compañeros abrazándolo, preguntándole que ha sido de su fatigada vida, y él, que nunca tuvo a la modestia como virtud principal, diciéndoles que todo esta perfecto, que la vida le estaba sonriendo, y que tiene unos excelentes planes a futuro. Pero al entrar, su imaginación cual copa de cristal atraída por la gravedad se despedazo a miles de partículas irreconocibles y sobre ellas, solo tres personas mirándolo, depositadas mas que sentadas sobre un largo sofá marrón y él aun pasmado, parado bajo el marco de la puerta mirándolos y fingiendo una sonrisa, que mas que sonrisa parecía llanto. Ingresó lentamente, aun sintiéndose engañado por los ojos, mantenía los labios estirados hacia ambos lados del rostro, paso a saludar a los solitarios espectadores, del que hubiera sido su espectáculo, mas no se sentó por que intuía que no estaría en esa casa por mucho tiempo. Conversaron lo mínimo, la charla estaba llena de monosílabos, de histriónicas sonrisas y de alguno que otro vaso de gaseosa, en eso, llego la persona en la que Sebastian guardaba su única esperanza: El Chachis. Y no llegó solo (pues él nunca andaba solo), trajo consigo a una decena de acompañantes que eran ni más ni menos los asistentes descritos mentalmente por Sebastian, chicas lindas y de poco beber, chicos apuestos de beber apresurado y así todo se fue convirtiendo en una irresoluble jornada alcohólica, de esas que no se realizaban hacia un buen tiempo.
Pero Sebastian notaba la falta de alguien en ese ambiente jubiloso y el Chachis era sin duda esa persona. Lo busco con la mirada y lo encontró arrinconado sobre la pared, ausente y en silencio, como nunca lo había estado, se le fue acercando y Chachis sin percatarse (o percatándose, nunca se sabrá) se dirigió al baño, entro y cerro la puerta, Sebastian lo siguió y lo espero afuera, aunque lleno de impaciencia por la demora toco la puerta y esta se abrió al parecer sola, entro al instante y encontró a Chachis sentado sobre el inodoro llorando inconsolable; Sebastian consiguió, con algo de esfuerzo, calmarlo y le pidió irse a un lugar mas tranquilo, el Chachis acepto resignado ofreciendo su casa, Sebastian dudo un poco antes de aceptar, pero su amistad (o su curiosidad) pudieron mas. El Chachis vivía en un barrio antiguo de Lima, en una casa más bien vieja, antidiluviana, de estrepitosas escaleras, las cuales parecían venirse abajo con el pisar de los dos amigos. Ingresaron a la casa, estaba algo entrada la noche, el Chachis le pidió a Sebastian que no hicieran ruido por un rato, hasta que su mamá concilie el sueño, así lo hicieron. Sebastian conocía a la madre de Chachis, era una mujer de aspecto simple, sin encanto alguno, pero de una fuerza de voluntad única; la conoció hace algunos años y desde ese momento ella le agarro un insólito cariño, es que Sebastian siempre se llevó bien con los padres de sus amigos, incluso mejor que con ellos mismos. Aprovecharon el tiempo para ir a comprar cervezas y comer algo, cuando regresaron trajeron consigo tres cajas de cervezas, que con el pasar de las horas, y entre charlas y llantos fueron vaciando su contenido. El Chachis le confeso a Sebastian el verdadero motivo de su llanto: me internaran en el ejército en una semana, le dijo entristeciendo. Sebastian curtido de mas de caja y media de cerveza, lo tomo como una broma y se rió a fuertes carcajadas, que molestaron a Chachis y este se defendió, es de verdad huevón y yo no me quiero ir, yo no sirvo para el ejercito, me van a hacer mierda, dijo con la voz mas que quebrada. No seas loco, tómalo como unas vacaciones, que daría yo por ir al ejercito y ver a tanto chico guapo, le dijo tratando de ser gracioso. No, no yo no quiero ir, por favor no dejes que mi papá me lleve te lo suplico Sebas, le dijo ahora, llorando y aferrandose a él como un niño. Sebastian acarició su maltratado cabello y lo echo a su lado e intento hacerlo dormir, pero para su sorpresa y en plena oscuridad, Chachis fue acercando el aliento a su rostro y termino frotando sus labios con los de Sebastian, y este percibiendo su rancio sabor del licor en sus labios, y aun sorprendido, correspondió sus besos sin dejar de acariciar su pelo, su rostro y ahora otras partes mas de su maltratado cuerpo. Conoció el minúsculo sexo del Chachis con las manos, percibiendo su pequeñez, bajando hacia el cegado por la falta de luz, y lo beso despacio, probando su desaseo y su inmundicia, lo lamió apresurado sacándose la ropa al igual que Chachis, luego corrieron a la cama, se echaron y frente a la inminente copula y comprendiendo Sebastian su posición en esta, le dio la espalda a Chachis invitándolo a entrar en él, pues lo esperaba ansioso, masturbándose y gimiendo, se esta haciendo esperar, pensaba, pero la penetración nunca llego, por eso volteó excitado besando nuevamente a Chachis y era este el que ahora le daba la espalda, Sebastian no lo comprendía, Chachis nunca tuvo fama de ser maricón, mas bien era rudo, y hasta parecía homofóbico, era por eso que verlo hoy, de espaldas, abriendo sus nalgas y ensalivándolas lo hizo despertar del trance en el que estaba, ese trance ocasionado por el alcohol y por no poderse contener ante los besos del Chachis, trance que pudo evitar, negándose como siempre a asistir a esa tonta reunión a la que nunca debió asistir…
Continuara
jueves, 8 de enero de 2009
A mi abuelo, en la eternidad
A Luis Ramiro Granadino Loayza, por haberme dado los mejores años de mi vida.
Querido abuelo:
Espero, al escribirte esta carta, no causarte ninguna molestia, ya que lo que quiero es manifestarte por medio de está, algunas cosas que por motivos que solo tú y yo conocemos, no he podido hacer y quizá ya no podré hacer jamás.
Quisiera comenzar diciéndote que te extraño como no he extrañado a nadie nunca, que tu desaparición física ha dejado en mí una soledad imposible de llenar con nada, ni con nadie. Quisiera decirte, que ver a diario tu cama vacía, intacta y tal cual como la dejaste, me hace suspirar y de vez en cuando, una lagrima circunda mi rostro entristecido desde aquel febrero maldito, en que te fuiste, sin estar yo cerca de ti. Ha pero solo de vez en cuado me permito humedecer los ojos, pues tu siempre me has dicho que los hombres no lloran, y aunque yo no estoy tan seguro de serlo, nunca haré nada que te haga pensar que no soy el nieto varón que siempre esperaste y que por culpa de la genética o no se bien por culpa de quien o que, no puedo ser.
Te deje morir, pensando que nunca morirías. Te olvide, pero se por mi abuela, que tú nunca me olvidaste, pues tus ultimas palabras fueron hacia mi; dopado e imaginándome a tu lado, y que yo, que soy un idiota y que no percibí en lo mas mínimo tu inminente deceso, no pude escuchar y ahora, que te fuiste, no podré escuchar jamás. No pude verte morir, pero estoy seguro, de que tú me veras por siempre, quizá desde el cielo: en el cual ni tu ni yo creemos, o donde se halla dispuesto tu alma, que es igual de sabia que tú, ha reposar por la eternidad; y me veras por siempre con ese ceño fruncido y con esa mirada tierna que delataba tu amor por mi, aunque tú, que eras frió, o decías que lo eras y que me inculcabas que lo fuera yo también, no querías delatar. Olvide tu agonía, acostándome con una mujer que me olvido mas rápido de lo que yo podré olvidarte a ti; pero tu nunca me reprochaste nada, estabas orgulloso de que tu nieto, por desgracia el mayor de los varones, tenga una novia; que gran error abue, debiste de reprochármelo, como lo hizo mi madre, desde el primer momento en que la lleve a la casa, quizá a ti si te hubiera echo caso; pero lamentablemente no fue así, y termine dejándote morir, por follar un rato, y justo así: follando, fue como me entere de tu muerte, cosas de la vida, o tal vez así lo quisiste tú.
Ahora entiendo que si en alguna oportunidad tus palabras fueron duras, y en algunos casos mas que eso, fue para que entendiera las cosas de la vida, que ahora que estoy solo, golpea aun mas mi sufrida existencia,y ten por seguro, que así mi carácter testarudo( notoriamente heredado de ti) haya reflejado no oír ninguno de lo reproches o consejos, que me brindaste a miles, hoy los recuerdo cada uno con una nostalgia infinita, y te juro abue, que daría todo lo que tengo en esta vida, que es poco pero es, por siquiera oír un monosílabo salido de tus partidos y secos labios.
Cada vez que escribo, siempre pienso en ti. Y si llego a escribir en realidad alguna vez, siempre estarás presente en mis relatos, como estarán presentes en mi, esas largas horas de enseñanza: de cuentos, de historias, de fabulas; y te prometo que si algún día llego a ser abuelo, que lo dudo, intentare imitarte, recopilare tus historias, esas que tanto me divertían, y las retransmitiré a mis nietos, aunque claro, nunca como tú, que eres un genio, que siempre lo serás. Cada vez que veo la hora en mi reloj o en algún otro, me acuerdo de ti y de tus carajeadas, ante mi terquedad de no entender que el palito mas chico marcaba la hora y el mas largo los minutos y no en viceversa como decía yo, totalmente convencido de que fuera así; cada vez que me amarre los zapatos, te recordare, enorme como eras, tratando de atar mis pasadores destruidos por el uso, y yo suplicándote que no lo hicieras tan fuerte, por que sentía que me estabas rompiendo los pies. Cada vez que oiga palabras como: Valentía, responsabilidad, disciplina y generosidad, me acordare de ti, no muerto como te vi en ese frió congelador, si no vivo, maldiciendo a curas y monjas y a todo que se jacte de ser religioso, insultando a mi abuela por su cucufateria, besándome la frente y pidiéndome disculpas por mi padre, que me hacia llorar desde lejos, lo que nunca me hizo llorar nadie que estuviera cerca. Me acordare de ti también, cada vez que este frente a una computadora y recuerde las innumerables veces que me llamabas para ayudarte en algo tan simple como levantar un lapicero o tan complicado para ti, como lo era vestirte, y yo que siempre andaba complaciendo a mis amigos del Chat, antes que a cualquier otra persona del mundo, hacia renegando y pidiéndote que no vuelvas a molestar, a lo que tu contestabas proféticamente: “tú me vas a cambiar de ropa hasta el día en que me muera”; y así fue, te vi después de semanas, si no meses, tu cuerpo punzado, quien sabe cuantas veces, estaba desnudo, helado, como no te vi nunca, y tal vez no hubiese querido verte así, pero te cambié despacio, con toda la paciencia del mundo, observándote inerte, pálido, hinchado, sobre una mesa fría, pero nunca tan fría como lo estabas tú. Ahora te vestí y te peine, como lo hacia siempre, la diferencia era que esta, seria la ultima vez.
Papito, me hubiera encantado conocerte aun mas, y tal vez que tu me conocieras a mi. Pero ya es tarde, ya no estas aquí, y en realidad, hay muchas cosas de mi vida que prefiero que no sepas, por que me avergüenzan, y si las supieras no tuviera nunca, el coraje o la sinvergüencería de mirarte a la cara.
Solo quiero decirte una cosa abue: Siempre estaré orgulloso de haber tenido un abuelo como tú y siento mucho no haber podido ser el nieto mayor (y varón) que tu merecías, y lamento también no haber siquiera echo el intento de serlo, pero abue, yo se que tú algún día me entenderás y me perdonaras por ser un marica, y porque cuando intente no serlo junto a una mujer, me olvide de ti.
Abue, te prometo que no me olvidare nunca mas de nadie, por una mujer o en todo caso, nunca se sabe conmigo, por un hombre. Te prometo también que velare por mi abuela como lo hubieras echo tú, que tratare, ojo solo tratare, de entender a mi padre, y que seré el profesional que siempre soñaste que fuera, y aunque quizá no pueda ser el militar que me instabas a ser, dado que soy un verdadero cobarde, seré un profesional que deje en lo mas alto tu apellido importado, del que te sentías orgullosisimo, y que nunca, pero nunca, me volveré a olvidar de ti y si es que no nos volvemos a ver nunca mas quiero que sepas que eres el mejor padre del mundo, y que te amo mucho...
Cuídate, y si puedes, cuídame a mí también.
Tu nieto que te quiere y nunca te olvidará
Diego
PDT: Leere esta carta el día de tu misa.
UD. ES LA VISITA NUMERO:
micodigo
Querido abuelo:
Espero, al escribirte esta carta, no causarte ninguna molestia, ya que lo que quiero es manifestarte por medio de está, algunas cosas que por motivos que solo tú y yo conocemos, no he podido hacer y quizá ya no podré hacer jamás.
Quisiera comenzar diciéndote que te extraño como no he extrañado a nadie nunca, que tu desaparición física ha dejado en mí una soledad imposible de llenar con nada, ni con nadie. Quisiera decirte, que ver a diario tu cama vacía, intacta y tal cual como la dejaste, me hace suspirar y de vez en cuando, una lagrima circunda mi rostro entristecido desde aquel febrero maldito, en que te fuiste, sin estar yo cerca de ti. Ha pero solo de vez en cuado me permito humedecer los ojos, pues tu siempre me has dicho que los hombres no lloran, y aunque yo no estoy tan seguro de serlo, nunca haré nada que te haga pensar que no soy el nieto varón que siempre esperaste y que por culpa de la genética o no se bien por culpa de quien o que, no puedo ser.
Te deje morir, pensando que nunca morirías. Te olvide, pero se por mi abuela, que tú nunca me olvidaste, pues tus ultimas palabras fueron hacia mi; dopado e imaginándome a tu lado, y que yo, que soy un idiota y que no percibí en lo mas mínimo tu inminente deceso, no pude escuchar y ahora, que te fuiste, no podré escuchar jamás. No pude verte morir, pero estoy seguro, de que tú me veras por siempre, quizá desde el cielo: en el cual ni tu ni yo creemos, o donde se halla dispuesto tu alma, que es igual de sabia que tú, ha reposar por la eternidad; y me veras por siempre con ese ceño fruncido y con esa mirada tierna que delataba tu amor por mi, aunque tú, que eras frió, o decías que lo eras y que me inculcabas que lo fuera yo también, no querías delatar. Olvide tu agonía, acostándome con una mujer que me olvido mas rápido de lo que yo podré olvidarte a ti; pero tu nunca me reprochaste nada, estabas orgulloso de que tu nieto, por desgracia el mayor de los varones, tenga una novia; que gran error abue, debiste de reprochármelo, como lo hizo mi madre, desde el primer momento en que la lleve a la casa, quizá a ti si te hubiera echo caso; pero lamentablemente no fue así, y termine dejándote morir, por follar un rato, y justo así: follando, fue como me entere de tu muerte, cosas de la vida, o tal vez así lo quisiste tú.
Ahora entiendo que si en alguna oportunidad tus palabras fueron duras, y en algunos casos mas que eso, fue para que entendiera las cosas de la vida, que ahora que estoy solo, golpea aun mas mi sufrida existencia,y ten por seguro, que así mi carácter testarudo( notoriamente heredado de ti) haya reflejado no oír ninguno de lo reproches o consejos, que me brindaste a miles, hoy los recuerdo cada uno con una nostalgia infinita, y te juro abue, que daría todo lo que tengo en esta vida, que es poco pero es, por siquiera oír un monosílabo salido de tus partidos y secos labios.
Cada vez que escribo, siempre pienso en ti. Y si llego a escribir en realidad alguna vez, siempre estarás presente en mis relatos, como estarán presentes en mi, esas largas horas de enseñanza: de cuentos, de historias, de fabulas; y te prometo que si algún día llego a ser abuelo, que lo dudo, intentare imitarte, recopilare tus historias, esas que tanto me divertían, y las retransmitiré a mis nietos, aunque claro, nunca como tú, que eres un genio, que siempre lo serás. Cada vez que veo la hora en mi reloj o en algún otro, me acuerdo de ti y de tus carajeadas, ante mi terquedad de no entender que el palito mas chico marcaba la hora y el mas largo los minutos y no en viceversa como decía yo, totalmente convencido de que fuera así; cada vez que me amarre los zapatos, te recordare, enorme como eras, tratando de atar mis pasadores destruidos por el uso, y yo suplicándote que no lo hicieras tan fuerte, por que sentía que me estabas rompiendo los pies. Cada vez que oiga palabras como: Valentía, responsabilidad, disciplina y generosidad, me acordare de ti, no muerto como te vi en ese frió congelador, si no vivo, maldiciendo a curas y monjas y a todo que se jacte de ser religioso, insultando a mi abuela por su cucufateria, besándome la frente y pidiéndome disculpas por mi padre, que me hacia llorar desde lejos, lo que nunca me hizo llorar nadie que estuviera cerca. Me acordare de ti también, cada vez que este frente a una computadora y recuerde las innumerables veces que me llamabas para ayudarte en algo tan simple como levantar un lapicero o tan complicado para ti, como lo era vestirte, y yo que siempre andaba complaciendo a mis amigos del Chat, antes que a cualquier otra persona del mundo, hacia renegando y pidiéndote que no vuelvas a molestar, a lo que tu contestabas proféticamente: “tú me vas a cambiar de ropa hasta el día en que me muera”; y así fue, te vi después de semanas, si no meses, tu cuerpo punzado, quien sabe cuantas veces, estaba desnudo, helado, como no te vi nunca, y tal vez no hubiese querido verte así, pero te cambié despacio, con toda la paciencia del mundo, observándote inerte, pálido, hinchado, sobre una mesa fría, pero nunca tan fría como lo estabas tú. Ahora te vestí y te peine, como lo hacia siempre, la diferencia era que esta, seria la ultima vez.
Papito, me hubiera encantado conocerte aun mas, y tal vez que tu me conocieras a mi. Pero ya es tarde, ya no estas aquí, y en realidad, hay muchas cosas de mi vida que prefiero que no sepas, por que me avergüenzan, y si las supieras no tuviera nunca, el coraje o la sinvergüencería de mirarte a la cara.
Solo quiero decirte una cosa abue: Siempre estaré orgulloso de haber tenido un abuelo como tú y siento mucho no haber podido ser el nieto mayor (y varón) que tu merecías, y lamento también no haber siquiera echo el intento de serlo, pero abue, yo se que tú algún día me entenderás y me perdonaras por ser un marica, y porque cuando intente no serlo junto a una mujer, me olvide de ti.
Abue, te prometo que no me olvidare nunca mas de nadie, por una mujer o en todo caso, nunca se sabe conmigo, por un hombre. Te prometo también que velare por mi abuela como lo hubieras echo tú, que tratare, ojo solo tratare, de entender a mi padre, y que seré el profesional que siempre soñaste que fuera, y aunque quizá no pueda ser el militar que me instabas a ser, dado que soy un verdadero cobarde, seré un profesional que deje en lo mas alto tu apellido importado, del que te sentías orgullosisimo, y que nunca, pero nunca, me volveré a olvidar de ti y si es que no nos volvemos a ver nunca mas quiero que sepas que eres el mejor padre del mundo, y que te amo mucho...
Cuídate, y si puedes, cuídame a mí también.
Tu nieto que te quiere y nunca te olvidará
Diego
PDT: Leere esta carta el día de tu misa.
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micodigo
lunes, 5 de enero de 2009
Historia de navidad II
A Gabriela Damian, con todo cariño.
Manuel aun estaba dormido, quien sabe que abra estado haciendo mientras Paolo se divertía sobre Carmen. Tenia el sexo afuera y dormía enroscado sobre el sofá de su sala. Paolo sonrío al verlo en ese estado y salio de la casa sin hacer ruido, aun no podía creer lo que había echo esa noche, pero ¿Jimena lo merecía?
Es veinticinco de diciembre, un sol radiante anuncia una mañana prometedora. Paolo no tiene más que nueve soles en los bolsillos y sabe que no le alcanzarán para nada. Hace simples cálculos mentales y se convence de que estaba en problemas: tenia que salir con Jimena, imposible con nueve soles. Además, y no se si para complicar aun mas las cosas, es navidad, y claro, Paolo tendría que haberse tomado la molestia de comprarle a Jimena algún obsequio, pero no lo hizo. Es que Paolo siempre fue así: descuidado, olvidadizo y además, y esto complica mas las cosas, siempre andaba con poco dinero.
Ahora Paolo entra a su casa, todos duermen. Cierra la puerta despacio y se dirige en silencio al baño ha mojarse la cara, y con eso, devolverle la vida a su adormitado ser. Ya en el baño se ve frente al espejo que ahora refleja: un rostro trasnochado, con claros signos de no haber dormido nada, un rostro adolorido, preocupado, avergonzado, un rostro que solo pueden tener las personas que han hecho algo malo y que son conscientes de ello. Se moja varias veces, intentado con eso, borrar los signos que dejan las amanecidas en el rostro. Luego se dirige al cuarto de su madre, la ve dormir profundamente y ve también sobre su cama una gran cantidad de regalos, que sin duda eran de ella. Jimena ya tiene regalo, pensó. De inmediato busco el más adecuado, había: blusas, carteras, zapatos, nada del gusto de Jimena, pensaba Paolo. Se sintió perdido, esa era la única alternativa para encontrarle un regalo adecuado a Jimena, pero tuvo suerte, aun envuelta en papel de regalo encontró una billetera de cuero blanco. Le encantara, pensó. La guardó y salió del cuarto tal y como entro: rápido y en silencio.
Ahora solo faltaba obtener el dinero que pueda financiar el encuentro con Jimena, esa en realidad, era la tarea más difícil. Paolo no era bueno pidiendo dinero, nunca sabía justificar un fin para la cantidad solicitada, o simplemente siempre andaba peleado con sus padres, y por lo tanto estos se negaban a dárselo. Pero esta vez, en la que realmente necesitaba una cantidad considerable de dinero, no escatimaría esfuerzos por conseguirla. La robare, pensó. Y así lo hizo. Sin escrúpulo alguno se dirigió al cuarto de su abuela, que siempre dejaba su cartera en su mesa de noche. Será fácil, pensó. Y comenzó acercarse con la cautela de un ladrón profesional, y es que solo en estos momentos uno va descubriendo que no solo nace con el don de sumar o escribir bien, si no también el de hurtar bien, y en este caso, Paolo lo estaba haciendo de maravilla. Ya frente a la mesa de noche, a la cual llego reptando, Paolo tomo la billetera de su abuela, la abrió y vio entre otras cosas: papeles con signos ilegibles, monedas de tiempos incalculables, y una foto suya de cuando era un niño, un niño que jamás hubiera pensado robarle dinero a su abuela, pero que hoy lo hacia, y es que eso hace el amor o lo que Paolo, que no sabe nada del tema, llama amor. Paolo, sin pensarlo dos veces, coge un billete de cincuenta y de uno veinte soles, deja la billetera tal y como la encontró, o por lo menos intenta dejarla así, y se dirige con más prisa que antes a su cuarto y coge la ropa que se pondrá mas tarde cuando se vea con Jimena. Paolo es listo, sabe que si se cambia en su cuarto, su madre descubrirá que él estuvo hay esa mañana, y por lo tanto no tendría que pensar mucho para dar con el autor del robo del dinero de la abuela, así que no dejara ninguna huella de su paso por la casa, esa mañana soleada de veinticinco de diciembre.
Jimena se ha despertado temprano, no tanto como Paolo, pero si considerablemente temprano para ser un día festivo. No había podido dormir la noche anterior, pero pensar en Paolo y en el encuentro amoroso previsto para mas tarde, la impacienta y la hace buscar una manera de escapar del riguroso castigo dado por sus padres. Y estaba en eso, cuando se le ocurrió la idea de acompañar a su madre a visitar a su hermano que moría de cáncer en el Hospital Loayza, y luego ya fuera de su casa, irse con Paolo y no volver nunca, o por lo menos y para ser más realistas, al anochecer. Y así lo hizo. Le hizo saber a su madre el deseo ferviente de visitar a su tío enfermo, este gesto fue bien recibido por esta, que atribuyo el cambio de actitud de su rebelde hija, a un milagro navideño. Jimena se arreglo lo mejor que pudo y salio del brazo de su madre a visitar al tío en enfermo, que quien sabe quizá se halla muerto de tanta bulla, la noche anterior. Paolo hacia mucho que no estaba en casa, se había ido primero a buscar a Manuel, y al no tener respuesta por el intercomunicador, se fue a tomar desayuno a uno de esos puestos ambulantes que son causantes de tantas emergencias hospitalarias. Tomaba un café y devoraba, con un hambre bien ganada, un pan con relleno, esperando la llamada de Jimena. Esta no demoro mucho en llamarlo, ni bien salio de su casa Jimena busco la manera de liberarse por un momento de su madre y corrió al primer teléfono público a llamarlo. Esté contesto al instante y lo primero que le dijo fue que la amaba y que no había dormido nada la noche anterior pensando en ella. Jimena le dijo casi lo mismo, y le dijo también que se encontraran en una hora en el Hospital Loayza, porque había conseguido la manera de salir de casa visitando a su moribundo tío. Paolo se rió a carcajadas y felicito a su novia por esa gran idea, nunca se me hubiera ocurrido, le dijo. Jimena se rió también y con una voz algo apenada dijo, pobre mi tío, y se despidió diciendo que lo amaba. Paolo estaba orgulloso de Jimena, quizá no era muy buena para las labores escolares, pero elaboraba siempre unos planes macabros para beneficiarse así misma. Paolo enrumbo sin apuro al hospital, había en la calle mas gente de la que el pensaba, y cuando se iba acercando mas al nosocomio esta se multiplicaba, acaso solo en navidad la gente se acuerda de los enfermos, pensaba. Y también le venia a la mente el hecho de que los visitantes de ese hospital, estén hay por la misma razón que él, que es, la de un amante desesperado en busca de su prisionera novia. Al llegar todo estaba como lo imagino, gente por montones, con bolsas, paquetes y Dios sabe con que otras cosas más. Este es el peor sitio donde uno puede esperar a su novia, pensó. Se sentó donde pudo, pero en un lugar visible, cerca de la puerta principal y esperó. Jimena no tardo en llegar, sostenida del brazo de su madre busco al instante con la mirada a su trasnochado novio. Lo encontró le guiño el ojo e ingreso a paso ligero al hospital, no sin antes hacerle unas señas indicándole que espere. Esta hermosa, pensó Paolo. Jimena demoro mucho en salir, causado la molestia de Paolo, pero ni bien lo hizo calmo con un prolongado y sobrexcitado beso, toda maldición vertida sobre ella y sobre su madre a causa de su demora. Vámonos rápido, que mi mamá piensa que estoy en el baño, le dijo Jimena tomándolo del brazo y llevándolo en dirección a la avenida Alfonso Ugarte. Ya en la avenida, tomaron un taxi, en realidad Paolo no sabía a donde irían, pero Jimena, que siempre lo tenía planeado todo, ya sabia donde irían. Le pidió al taxista que los lleve a la avenida José Granda, cerca de la huaca Palao. Dentro del taxi, la espera se hacia infinita, y mientras se besaban con una incandescente fogosidad, el taxista los observaba por el retrovisor, Jimena le preguntaba a Paolo como había pasado su noche, Paolo no demoraba en entristecer el gesto y decirle que la paso muy mal sin ella. Jimena por esas palabras lo besaba y lo comenzaba a tocar hay abajo, donde las chicas decentes nunca tocarían a sus novios. Ha Paolo le incomodaba el hecho de tener a un taxista de espectador, así que procuraba no dejarse llevar por sus bajos instintos. Cuando llegaron, Paolo pago el taxi y bajaron con la prisa de dos jóvenes que no aguantaban el deseo de estar juntos. Jimena le dijo que irían al hotel de siempre, pero esta vez, por ser una fecha especial, irían a la habitación más cara. Claro como tú no la pagaras, pensaba Paolo. Y lo pensaba injustamente por que muchas veces cuando como hoy no podían aguantar el deseo del uno por el otro de poseerse, fue Jimena, que siempre tuvo más plata que Paolo, la que financio las jornadas amatorias. Ni bien llegaron, pidieron el cuarto mas caro, que en realidad no era caro, pero era mejor decir que si lo era. Eran visitantes conocidos así que no les costo mucho registrarse y mentir una vez mas, diciendo que el DNI aun seguía en tramite. Paolo ingreso con Jimena al cuarto no sin antes pedirle a la recepción gaseosas y piqueos, mas no condones, pues siempre se venia afuera, así que seria un gasto tonto, pensaba. No esperaron siquiera un minuto después de haber cerrado la puerta para desvestirse y besarse todo lugar del cuerpo posible de besar. Jimena mostraba sus imponentes senos, que sin lugar a duda era uno de sus principales encantos. Paolo los besaba, los chupaba, los mordía, nunca antes Paolo beso sus senos como ese día, y por eso Jimena estaba mas que excitada, y siguiendo con el programa Paolo tendría que pasar a besar otras partes escondidas del cuerpo de su amada, por eso la beso en la boca y fue deslizando sus delgados labios por ese cuerpo blanco como la leche y fue llegando a su aterciopelado vientre, desde donde se percibía un remoto abismo, al que Paolo fue besando cada vez con mas fuerza, besando y chupando, como si de eso dependiera de existencia, como si fuera la ultima vez que lo hiciera, como si intuyera que luego de ese día, serian pocas las oportunidades en que lo haría. Jimena abrió las piernas, con Paolo aun besándola hay abajo, esté comprendió la señal y en vista de que el protocolo así lo exige, ingreso en ella con toda la delicadeza de un ceramista, sus sexos se frotaban uno con otro y Jimena gemía y arañaba la espalda de su amante, que ahora movía su pelvis cada vez mas fuerte y le decía que la amaba, que nunca se acostaría con otra mujer, aunque en el fondo pensaba en Carmen, y se imaginaba haciéndole el amor a la luz del día, en ese mismo lugar, sobre esas sabanas celestes y de pronto, y quizá ayudado con el recuerdo de Carmen, Paolo olvido sacar su sexo para eyacular y se vino todo dentro de Jimena, que seguía moviendo su pelvis en busca de mas placer, Paolo no se lo hizo saber y siguió moviéndose abruptamente, aunque quizá la flacidez de su sexo lo iba delatando. Paolo fingió venirse y corrió al baño, a Jimena le molesto que hiciera esto, hubiera preferido que te vengas, le dijo. Paolo se disculpo desde el baño y le pidió que lo acompañara a que se dieran una ducha. Jimena accedió y se dirigió al baño mas entusiasmada por reanudar los frotamientos sexuales, que por bañarse. El agua estaba mas que fría, el sexo de Paolo se redujo a la más mínima expresión, siempre me pasa, se excuso con Jimena, está se rió y comenzó a besar su sexo de una manera casi profesional, una manera netamente artística, que consiguió, con algo de esfuerzo, levantar al pequeño Lázaro que ahora crecía a dimensiones difícilmente alcanzables. Jimena no perdió el tiempo, se sentó sobre él, y comenzó a cabalgar como una verdadera Amazona, y era ahora, Paolo quien emitía sonidos onomatopéyicos, y con eso, aumentaba considerablemente la excitación de la indomable Jimena. El agua helada que brotaba desde la ducha, había dejado de ser un impedimento para el sexo, y se había convertido en un factor que acrecentaba el clímax entre los amantes y fue también el factor que hizo que Paolo olvidara nuevamente sacar su sexo antes de venirse en Jimena, pero trato de arreglar las cosas, quizá tardíamente, y le pregunto a Jimena, luego de venirse en ella, si podría vaciarse, ella en lo mas alto de su clímax acepto, con la condición de que no pare de entrar en ella una y otra vez. Paolo lo había echo otra vez.
¿Acaso no mide el riesgo que esto puede significar? ¿Acaso no recuerda a cada momento el fracaso de la relación de sus padres con su inesperada llegada? ¿Acaso no se había jurado a si mismo, que no cometería los mismos errores que sus padres, y que no tendría hijos hasta que halla terminado por lo menos de estudiar una carrera decente? ¿Acaso estar enamorado significa dejar de pensar con la cabeza y dejarse llevar por lo que dicen lo huevos?
¡Que le costo a Paolo adicionar a su pedido de Snack y bebidas, un par de condones que no le hubieran costado ni la mitad de lo que le costo lo otro! ¡Paolo, eso es lo que siempre ha querido tu padre, que te calientes por algún culito bonito, que la llenes, que la embaraces, y con eso que te tragues todas tus palabras e insultos en contra de él! ¡Paolo, eso es lo que siempre han querido los que dicen que nunca vas a triunfar y ser nada en la vida, y a los que tu respondes siempre diciendo que ya verán y que algún día cuando seas alguien te cagaras de risa de ellos! ¿Paolo, que dirá tu madre? Que siempre te ha cubierto en todo. ¿Pero te podrá cubrir de esto?
Jimena y Paolo ahora duermen mojados sobre ese silencioso colchón, testigo de sabe Dios, cuantas jornadas amatorias y embarazos no deseados. Jimena abraza a Paolo y quizá dentro de ella ha comenzado una vida, o quizá no. Pero lo único que le queda claro a Paolo, es que ese no fue un buen día para él y quizá para nadie.
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Manuel aun estaba dormido, quien sabe que abra estado haciendo mientras Paolo se divertía sobre Carmen. Tenia el sexo afuera y dormía enroscado sobre el sofá de su sala. Paolo sonrío al verlo en ese estado y salio de la casa sin hacer ruido, aun no podía creer lo que había echo esa noche, pero ¿Jimena lo merecía?
Es veinticinco de diciembre, un sol radiante anuncia una mañana prometedora. Paolo no tiene más que nueve soles en los bolsillos y sabe que no le alcanzarán para nada. Hace simples cálculos mentales y se convence de que estaba en problemas: tenia que salir con Jimena, imposible con nueve soles. Además, y no se si para complicar aun mas las cosas, es navidad, y claro, Paolo tendría que haberse tomado la molestia de comprarle a Jimena algún obsequio, pero no lo hizo. Es que Paolo siempre fue así: descuidado, olvidadizo y además, y esto complica mas las cosas, siempre andaba con poco dinero.
Ahora Paolo entra a su casa, todos duermen. Cierra la puerta despacio y se dirige en silencio al baño ha mojarse la cara, y con eso, devolverle la vida a su adormitado ser. Ya en el baño se ve frente al espejo que ahora refleja: un rostro trasnochado, con claros signos de no haber dormido nada, un rostro adolorido, preocupado, avergonzado, un rostro que solo pueden tener las personas que han hecho algo malo y que son conscientes de ello. Se moja varias veces, intentado con eso, borrar los signos que dejan las amanecidas en el rostro. Luego se dirige al cuarto de su madre, la ve dormir profundamente y ve también sobre su cama una gran cantidad de regalos, que sin duda eran de ella. Jimena ya tiene regalo, pensó. De inmediato busco el más adecuado, había: blusas, carteras, zapatos, nada del gusto de Jimena, pensaba Paolo. Se sintió perdido, esa era la única alternativa para encontrarle un regalo adecuado a Jimena, pero tuvo suerte, aun envuelta en papel de regalo encontró una billetera de cuero blanco. Le encantara, pensó. La guardó y salió del cuarto tal y como entro: rápido y en silencio.
Ahora solo faltaba obtener el dinero que pueda financiar el encuentro con Jimena, esa en realidad, era la tarea más difícil. Paolo no era bueno pidiendo dinero, nunca sabía justificar un fin para la cantidad solicitada, o simplemente siempre andaba peleado con sus padres, y por lo tanto estos se negaban a dárselo. Pero esta vez, en la que realmente necesitaba una cantidad considerable de dinero, no escatimaría esfuerzos por conseguirla. La robare, pensó. Y así lo hizo. Sin escrúpulo alguno se dirigió al cuarto de su abuela, que siempre dejaba su cartera en su mesa de noche. Será fácil, pensó. Y comenzó acercarse con la cautela de un ladrón profesional, y es que solo en estos momentos uno va descubriendo que no solo nace con el don de sumar o escribir bien, si no también el de hurtar bien, y en este caso, Paolo lo estaba haciendo de maravilla. Ya frente a la mesa de noche, a la cual llego reptando, Paolo tomo la billetera de su abuela, la abrió y vio entre otras cosas: papeles con signos ilegibles, monedas de tiempos incalculables, y una foto suya de cuando era un niño, un niño que jamás hubiera pensado robarle dinero a su abuela, pero que hoy lo hacia, y es que eso hace el amor o lo que Paolo, que no sabe nada del tema, llama amor. Paolo, sin pensarlo dos veces, coge un billete de cincuenta y de uno veinte soles, deja la billetera tal y como la encontró, o por lo menos intenta dejarla así, y se dirige con más prisa que antes a su cuarto y coge la ropa que se pondrá mas tarde cuando se vea con Jimena. Paolo es listo, sabe que si se cambia en su cuarto, su madre descubrirá que él estuvo hay esa mañana, y por lo tanto no tendría que pensar mucho para dar con el autor del robo del dinero de la abuela, así que no dejara ninguna huella de su paso por la casa, esa mañana soleada de veinticinco de diciembre.
Jimena se ha despertado temprano, no tanto como Paolo, pero si considerablemente temprano para ser un día festivo. No había podido dormir la noche anterior, pero pensar en Paolo y en el encuentro amoroso previsto para mas tarde, la impacienta y la hace buscar una manera de escapar del riguroso castigo dado por sus padres. Y estaba en eso, cuando se le ocurrió la idea de acompañar a su madre a visitar a su hermano que moría de cáncer en el Hospital Loayza, y luego ya fuera de su casa, irse con Paolo y no volver nunca, o por lo menos y para ser más realistas, al anochecer. Y así lo hizo. Le hizo saber a su madre el deseo ferviente de visitar a su tío enfermo, este gesto fue bien recibido por esta, que atribuyo el cambio de actitud de su rebelde hija, a un milagro navideño. Jimena se arreglo lo mejor que pudo y salio del brazo de su madre a visitar al tío en enfermo, que quien sabe quizá se halla muerto de tanta bulla, la noche anterior. Paolo hacia mucho que no estaba en casa, se había ido primero a buscar a Manuel, y al no tener respuesta por el intercomunicador, se fue a tomar desayuno a uno de esos puestos ambulantes que son causantes de tantas emergencias hospitalarias. Tomaba un café y devoraba, con un hambre bien ganada, un pan con relleno, esperando la llamada de Jimena. Esta no demoro mucho en llamarlo, ni bien salio de su casa Jimena busco la manera de liberarse por un momento de su madre y corrió al primer teléfono público a llamarlo. Esté contesto al instante y lo primero que le dijo fue que la amaba y que no había dormido nada la noche anterior pensando en ella. Jimena le dijo casi lo mismo, y le dijo también que se encontraran en una hora en el Hospital Loayza, porque había conseguido la manera de salir de casa visitando a su moribundo tío. Paolo se rió a carcajadas y felicito a su novia por esa gran idea, nunca se me hubiera ocurrido, le dijo. Jimena se rió también y con una voz algo apenada dijo, pobre mi tío, y se despidió diciendo que lo amaba. Paolo estaba orgulloso de Jimena, quizá no era muy buena para las labores escolares, pero elaboraba siempre unos planes macabros para beneficiarse así misma. Paolo enrumbo sin apuro al hospital, había en la calle mas gente de la que el pensaba, y cuando se iba acercando mas al nosocomio esta se multiplicaba, acaso solo en navidad la gente se acuerda de los enfermos, pensaba. Y también le venia a la mente el hecho de que los visitantes de ese hospital, estén hay por la misma razón que él, que es, la de un amante desesperado en busca de su prisionera novia. Al llegar todo estaba como lo imagino, gente por montones, con bolsas, paquetes y Dios sabe con que otras cosas más. Este es el peor sitio donde uno puede esperar a su novia, pensó. Se sentó donde pudo, pero en un lugar visible, cerca de la puerta principal y esperó. Jimena no tardo en llegar, sostenida del brazo de su madre busco al instante con la mirada a su trasnochado novio. Lo encontró le guiño el ojo e ingreso a paso ligero al hospital, no sin antes hacerle unas señas indicándole que espere. Esta hermosa, pensó Paolo. Jimena demoro mucho en salir, causado la molestia de Paolo, pero ni bien lo hizo calmo con un prolongado y sobrexcitado beso, toda maldición vertida sobre ella y sobre su madre a causa de su demora. Vámonos rápido, que mi mamá piensa que estoy en el baño, le dijo Jimena tomándolo del brazo y llevándolo en dirección a la avenida Alfonso Ugarte. Ya en la avenida, tomaron un taxi, en realidad Paolo no sabía a donde irían, pero Jimena, que siempre lo tenía planeado todo, ya sabia donde irían. Le pidió al taxista que los lleve a la avenida José Granda, cerca de la huaca Palao. Dentro del taxi, la espera se hacia infinita, y mientras se besaban con una incandescente fogosidad, el taxista los observaba por el retrovisor, Jimena le preguntaba a Paolo como había pasado su noche, Paolo no demoraba en entristecer el gesto y decirle que la paso muy mal sin ella. Jimena por esas palabras lo besaba y lo comenzaba a tocar hay abajo, donde las chicas decentes nunca tocarían a sus novios. Ha Paolo le incomodaba el hecho de tener a un taxista de espectador, así que procuraba no dejarse llevar por sus bajos instintos. Cuando llegaron, Paolo pago el taxi y bajaron con la prisa de dos jóvenes que no aguantaban el deseo de estar juntos. Jimena le dijo que irían al hotel de siempre, pero esta vez, por ser una fecha especial, irían a la habitación más cara. Claro como tú no la pagaras, pensaba Paolo. Y lo pensaba injustamente por que muchas veces cuando como hoy no podían aguantar el deseo del uno por el otro de poseerse, fue Jimena, que siempre tuvo más plata que Paolo, la que financio las jornadas amatorias. Ni bien llegaron, pidieron el cuarto mas caro, que en realidad no era caro, pero era mejor decir que si lo era. Eran visitantes conocidos así que no les costo mucho registrarse y mentir una vez mas, diciendo que el DNI aun seguía en tramite. Paolo ingreso con Jimena al cuarto no sin antes pedirle a la recepción gaseosas y piqueos, mas no condones, pues siempre se venia afuera, así que seria un gasto tonto, pensaba. No esperaron siquiera un minuto después de haber cerrado la puerta para desvestirse y besarse todo lugar del cuerpo posible de besar. Jimena mostraba sus imponentes senos, que sin lugar a duda era uno de sus principales encantos. Paolo los besaba, los chupaba, los mordía, nunca antes Paolo beso sus senos como ese día, y por eso Jimena estaba mas que excitada, y siguiendo con el programa Paolo tendría que pasar a besar otras partes escondidas del cuerpo de su amada, por eso la beso en la boca y fue deslizando sus delgados labios por ese cuerpo blanco como la leche y fue llegando a su aterciopelado vientre, desde donde se percibía un remoto abismo, al que Paolo fue besando cada vez con mas fuerza, besando y chupando, como si de eso dependiera de existencia, como si fuera la ultima vez que lo hiciera, como si intuyera que luego de ese día, serian pocas las oportunidades en que lo haría. Jimena abrió las piernas, con Paolo aun besándola hay abajo, esté comprendió la señal y en vista de que el protocolo así lo exige, ingreso en ella con toda la delicadeza de un ceramista, sus sexos se frotaban uno con otro y Jimena gemía y arañaba la espalda de su amante, que ahora movía su pelvis cada vez mas fuerte y le decía que la amaba, que nunca se acostaría con otra mujer, aunque en el fondo pensaba en Carmen, y se imaginaba haciéndole el amor a la luz del día, en ese mismo lugar, sobre esas sabanas celestes y de pronto, y quizá ayudado con el recuerdo de Carmen, Paolo olvido sacar su sexo para eyacular y se vino todo dentro de Jimena, que seguía moviendo su pelvis en busca de mas placer, Paolo no se lo hizo saber y siguió moviéndose abruptamente, aunque quizá la flacidez de su sexo lo iba delatando. Paolo fingió venirse y corrió al baño, a Jimena le molesto que hiciera esto, hubiera preferido que te vengas, le dijo. Paolo se disculpo desde el baño y le pidió que lo acompañara a que se dieran una ducha. Jimena accedió y se dirigió al baño mas entusiasmada por reanudar los frotamientos sexuales, que por bañarse. El agua estaba mas que fría, el sexo de Paolo se redujo a la más mínima expresión, siempre me pasa, se excuso con Jimena, está se rió y comenzó a besar su sexo de una manera casi profesional, una manera netamente artística, que consiguió, con algo de esfuerzo, levantar al pequeño Lázaro que ahora crecía a dimensiones difícilmente alcanzables. Jimena no perdió el tiempo, se sentó sobre él, y comenzó a cabalgar como una verdadera Amazona, y era ahora, Paolo quien emitía sonidos onomatopéyicos, y con eso, aumentaba considerablemente la excitación de la indomable Jimena. El agua helada que brotaba desde la ducha, había dejado de ser un impedimento para el sexo, y se había convertido en un factor que acrecentaba el clímax entre los amantes y fue también el factor que hizo que Paolo olvidara nuevamente sacar su sexo antes de venirse en Jimena, pero trato de arreglar las cosas, quizá tardíamente, y le pregunto a Jimena, luego de venirse en ella, si podría vaciarse, ella en lo mas alto de su clímax acepto, con la condición de que no pare de entrar en ella una y otra vez. Paolo lo había echo otra vez.
¿Acaso no mide el riesgo que esto puede significar? ¿Acaso no recuerda a cada momento el fracaso de la relación de sus padres con su inesperada llegada? ¿Acaso no se había jurado a si mismo, que no cometería los mismos errores que sus padres, y que no tendría hijos hasta que halla terminado por lo menos de estudiar una carrera decente? ¿Acaso estar enamorado significa dejar de pensar con la cabeza y dejarse llevar por lo que dicen lo huevos?
¡Que le costo a Paolo adicionar a su pedido de Snack y bebidas, un par de condones que no le hubieran costado ni la mitad de lo que le costo lo otro! ¡Paolo, eso es lo que siempre ha querido tu padre, que te calientes por algún culito bonito, que la llenes, que la embaraces, y con eso que te tragues todas tus palabras e insultos en contra de él! ¡Paolo, eso es lo que siempre han querido los que dicen que nunca vas a triunfar y ser nada en la vida, y a los que tu respondes siempre diciendo que ya verán y que algún día cuando seas alguien te cagaras de risa de ellos! ¿Paolo, que dirá tu madre? Que siempre te ha cubierto en todo. ¿Pero te podrá cubrir de esto?
Jimena y Paolo ahora duermen mojados sobre ese silencioso colchón, testigo de sabe Dios, cuantas jornadas amatorias y embarazos no deseados. Jimena abraza a Paolo y quizá dentro de ella ha comenzado una vida, o quizá no. Pero lo único que le queda claro a Paolo, es que ese no fue un buen día para él y quizá para nadie.
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