lunes, 30 de agosto de 2010

ELEFANTES COLOR DE ROSA


Y entre tragos y tal vez por su vergonzoso estado, me preguntó por qué lo miraba tanto. Me gustas, le dije. Nos besamos torpemente. Avergonzados. Evitando ser vistos. Pero a esa hora, las seis de la mañana, a muy poca gente le importaba quién o qué se besaba a su lado.




Salgo de mi casa de madrugada y no llego hasta muy entrada la mañana. Mi mamá piensa que ando en malos pasos, se lo ha dicho a mi papá. A mi papá le valió un huevo. No ando en malos pasos, estoy enamorado de un cantante.



DIA 1

Salgo con unos amigos a una discoteca de Barranco. Es raro que salga, sobre todo un miércoles, pero me gusta el ambiente de ese lugar, me gusta la gente que se intoxica incesantemente a mi lado, me gusto yo dentro de esa discoteca. Tomo una limonada, evito la cerveza y los cigarros. No bailo, solo muevo mis hombros al ritmo de una salsa pegajosa. En la mesa del lado hay un homosexual que me mira con descaro. Lo miro mal, es un feo de campeonato, por gente como él existe la homofóbia. Mis amigos bailan con chicas de las que yo desconfío. En general yo desconfío de todo mundo, pero de estas chicas con pinta de peperas desconfío mucho más. Ellas les preguntan por mí, mis amigos les piden que eviten hablarme o ser graciosas conmigo, le dicen que no soy educado. Yo sonrío cuando leo sus labios desde mi mesa. Ya son más de media noche y acaba de entrar la primera orquesta, la discoteca es una locura, hay gente de tope a tope. Creo que soy el único que esta sentado, los mozos retiran algunas mesas para que las parejas bailen con mayor comodidad y a pesar que la gente reprueba mi ociosidad, yo sigo sentando, sumamente cómodo sobre estas enormes posaderas con las que me bendijo el Señor. Todo es igual, todo es lo mismo, nada me parece raro hasta que veo el movimiento pelvico de uno de los cuatro cantantes de la orquesta de salsa. No es exagerado, es simplemente excitante. Me lo como con la mirada. Pocas veces he visto a una persona con tanta desesperación, con tanta necesidad. Les pregunto a mis amigos por él y vaya que Dios existe, uno de ellos me dice que lo conoce, que se llama Anthony, que es su amigo, que estudiaron juntos, que se la come doblada. Hoy como carne, pensé. Ahora ya sabía como se llamaba y por lo menos ya me había visto directamente a los ojos unas cuatro veces. No podía pedir más. Sí podía. Le pedí a mi amigo que le pasará la voz, que lo saludara. Lo hizo, Anthony lo miró, le sonrió y le dijo que ya bajaba. Preséntamelo now. Al terminar la canción el cantante bajó a darle un abrazo a mi amigo. Me puse de pie para que nos presentaran. No quiero parecer una fan enamorada pero estoy sumamente nervioso. Toque la mano sudosa de Anthony sin el mayor asco, por el contrario, esos micro segundos traté de alargarlos al máximo pues pensé que sería la ultima vez que estaría tan cerca de él. No fue así.

Cuando Anthony volvió al escenario todo fue distinto. Al interpretar sus canciones se la pasó mirándome a mi. Después y para mi sorpresa mi amigo me enseño un mensaje en su celular: Termino de tocar a las 4, esperenme Anth. Yo te esperaría toda la vida, le escribí desde el celular de mi amigo. Algo que debió confundirlo y lo noté cuando leyó el mensaje en el escenario mientras cantaba, porque no firmé el mensaje. Terminó de tocar y se fue con su orquesta a otra discoteca. Lo esperaríamos, ya estaba disidido.

Anthony llegó. Subimos a VIP, algunos de mis amigos se despidieron. Al final solo quedamos un amigo, Anthony y yo. Estaba cansando, sin voz y su nariz era una aspiradora de coca en grandes proporciones. Me ofreció. Paso, le dije. Y entre tragos y tal vez por su vergonzoso estado, me preguntó por qué lo miraba tanto. Me gustas, le dije. Nos besamos torpemente. Avergonzados. Evitando ser vistos. Pero a esa hora, las seis de la mañana .a muy poca gente le importaba quién o qué se besaba a su lado. Anthony estaba pasadaso. Le dije que lo llevaba a su casa. Vivo en Barrio Altos, me dijo. Entonces te quedas en un hotel, yo pago. Solo nica, dijo. No te vas a quedar solo, va a ver muchas parejas tirando a tu lado, le dije. Entonces yo también quiero tirar, me respondió. Sonreí. Creo que lo complací como todo buen caballero que soy.




DIA 2

No sé a qué hora me acosté. Han pasado varias semanas desde que nos vimos por primera vez en Barranco Bar. Solo estoy seguro de que hoy no quiero ir a trabajar. Solo quiero dormir, dormir bastante por que en la noche tengo que ir a recoger a Anthony de una discoteca en Zarate. No sé donde exactamente queda Zarate, pero no importa, yo no soy taxista, no necesito saberlo. Anthony hoy toca hasta las tres de la mañana. Quiere que vaya a verlo, pero le dije que no, que lo espero afuera. Le llevo una bufanda y comida en un taper. Anthony sale, espera entrar al taxi para besarme. Me agradece la comida, no te hubieras molestado. No es molestia, le digo, en mi país le llaman amor.



Hace semanas que hago eso. Pero no me incomoda, me agrada. Y si antes no dormía nada ahora ya solo me acostumbré a dormir con él, a soñar con él. Esta es la razón por la que nunca paro en casa mami. No es como Miguel de Menudo, es Anthony, toca en la mejor orquesta de timba de Perú y es mi chico, mi elefante color de rosa.
 
Diego Alonso,