lunes, 23 de febrero de 2009

Mi breve encuentro con la paternidad

A Fiorella, que me hizo padre y me enseño a amar.

"Procurábamos hacer el amor a cada instante y con eso nos demostrábamos, tontamente, que nos queríamos, que éramos el uno para el otro, y nos mentíamos con eso de que nunca nos separaríamos."



Fui papá. Aunque no lo crean, fui papá. Por un lapso breve de tiempo, pero lo fui y fui también un hombre feliz, aunque no por mucho tiempo, pues deje de serlo sin saberlo y cuando me entere del fin del embarazo, enloquecí con la noticia, enloquecí tanto que termine haciéndole daño a la mujer que me hizo padre y que a la vez se deshizo de mi hijo, una mujer a la que amé y quizá la única que se atrevió, para su desdicha, a amarme.
Transcurrían los meses de verano del 2008, yo era un chico muchos kilos mas delgado de lo que soy ahora, amaba a una mujer, que curiosamente, también me amaba a mí. Seré sincero y reconoceré que fui un adolescente irresponsable, que no me cuide, mejor dicho, no nos cuidamos pues tuvimos sexo irresponsable y éramos conscientes de eso y esto, agravaba mas la culpa. Procurábamos hacer el amor a cada instante y con eso nos demostrábamos, tontamente, que nos queríamos, que éramos el uno para el otro, y nos mentíamos con eso de que nunca nos separaríamos. Me costaba mucho ponerme un condón, pero me costaba mas comprármelos, pues lo hacíamos tantas veces al día, que me era complicado interrumpir ese sublime acto de amor, para ir a la farmacia y pedir esos malditos preservativos, y además, y esto complicaba mas las cosas, no existía una farmacia, sino a cuadras o tal vez kilómetros, de esa bonita casa, ubicada en un arenal lejanísimo, que no era la mía, si no la de ella. Yo me sentía orgulloso de no haberla embarazado nunca, y felicitaba a mis buenos reflejos para sacarla en el instante justo, de esta hazaña. Ella vivía eternamente atemorizada con quedar embaraza pues hace unos años, su hermana, tan linda y tan tonta como ella, por andar teniendo sexo y olvidarse de los condones, quedo embarazada y destruyo o termino por destruir, a su ya destruida familia, pues luego de que sus padres se enteraron de la desgracia, se culparon el uno al otro de esta y terminaron divorciándose, y lo que es yo, no se si les terminaron haciendo un daño o un gran favor a sus hijas, pues son personas tan distintas, tan egoístas, tan mal nacidas, que solo Dios sabe por qué las junto; aunque cuando sentía a Fiorella, así era como la bautizaron, besar mi frente, o la escuchaba decirme te quiero, le agradecía secretamente a sus padres por haber creado algo tan lindo, algo de lo que yo me iba enamorando con cada beso, cada caricia y con otros actos, que no estaría bien relatar. Pero esos buenos reflejos de los que siempre me jactaba, me fallaron una navidad y empezó, luego de eso, la historia que ahora les voy a contar.
Fiorella y yo teníamos un trabajo horrible, bueno era un trabajo digno aunque comparado con el que tengo ahora, pues si que era malo. Nos habíamos propuesto ahorrar un dinero para así, en unos meses, lograr nuestra tan anhelada independencia y poder vivir tranquilos, yo escribiendo el libro que siempre le dije que escribiría y que además le prometí que se lo dedicaría, y ella estudiando arquitectura, igual que su padre, una carrera que le apasionaba y con la que les quería demostrar a sus padres (y tal vez a mí), que podía valerse por si misma, y que repitió el año, por descuidada, aunque yo se que lo repitió por mí, y esto mas que alegrarme, me apenaba. Todo marchaba relativamente bien, yo siempre he sido responsable con las obligaciones que me asignan, ella no tanto, pero nos esforzamos mucho por aprender ese oficio miserable, que nunca revelaré cual fue y que solo ella, y en todo caso sus tíos, que eran nuestros jefes, lo sabrán. Yo como siempre, logre caerle bien a medio mundo y en poco tiempo fui ascendiendo de puesto, dejando atrás a mi amada Fiorella, que se retorcía de celos al verme a mí, con ínfulas de jefe y le ardía aún mas, toda la confianza que sus tíos habían depositado en mí, confianza que no depositarían en ella nunca, y les soy sincero, yo tampoco lo haría pues la conozco bien.
Un día de enero, el cual prefiero no revelar, pero que lo recuerdo exactamente, Fiorella me dijo que no le venía la regla, que tenía mas o menos una semana de atraso, y yo le dije, acostumbrado a sus fobias, que era producto del estrés del trabajo, que se relajara, y la bese tanto, que olvidamos por un momento ese posible embarazo. Esto ya nos había pasado, la primera vez que lo hicimos sin condón se retraso psicológicamente casi un mes, podría jurar que hasta le había crecido la barriga y ella y yo llorábamos, mas por miedo que por felicidad; todo se soluciono el día que le compre un Test de embarazo y resulto negativo, y en ese instante y en grandes cantidades, empezó a menstruar. Lamentablemente esta vez ya no tendríamos la misma suerte, ella me amargaba la vida a diario diciéndome que no le venía, que la habíamos cagado, que tenía que abortar y yo al principio, sosegado y luego fastidiado, le decía que era cosa de su mente, que se relaje, que le iba a comprar un Test, y ella no aceptaba los Test, decía que tenía un mal presentimiento y yo me aburrí tanto de eso, que ni ganas tenía de volver a tirar con ella. Y a si pasaron los días y la maldita regla no llegaba; entonces lo decidí, reconozco que me cagaba de miedo y por eso había retrasado tanto comprar el pinche Test, lo compre en una farmacia cercana a mi casa, me costo 4 soles, Fiorella me esperaba a fuera llorando, fue acto fúnebre, de largos silencios; luego fuimos a mi casa y seguimos las indicaciones al pie de la letra, orinó sobre ese recipiente de plástico y pusimos le Test, esperamos los diez segundos, y vimos lo que tal vez no hallamos querido ver nunca. Fiorella lloró y comenzó a tirarme puñetes en todo el cuerpo y yo estaba mudo, tal vez esa era mi forma de llorar, pero no podía pronunciar palabra alguna y Fiorella no entendía mi silencio, y se exaltaba cada vez más. Trate de abrazarla, luego de recobrar el sentido, y ella me rechazo y me dijo que me odiaba, y mientras ella hacía eso, yo pensaba en papá, pues cuando se enteré de la noticia, se cagaría de risa y me haría tragar todas las palabras que le dije, pues el también tuvo el descuido de embarazar a mamá cuando aun era muy joven. Pero a mis 16 años, yo batiría el record en la familia, pues mi padre, que era algo así como la oveja negra, fue papá a los 19, que no es una edad mala para ser papá, mas si imprudente, y por eso siempre se lo reproche y le dije que no seguiría sus pasos; pero también le dije, y me prometí a mi mismo, que cuando sea papá, nunca abandonaría a mi hijo y que le daría todo el amor del mundo, un amor que tal vez no recibí de su parte y tal vez por eso, busco en otros hombres, el cariño que nunca encontré en él. Salí del baño y me senté en una silla del comedor, en ese momento no había nadie en casa, comenzaron de mis ojos a brotar una incontenible cantidad de lágrimas, que superaron enormemente a las de Fiorella y ella lo notó, entonces se acerco a mi, linda como es, y me abrazo, me beso, me pidió disculpas y yo la abrasé, lloré con ella todo lo que tenía que llorar y le dije que nunca la abandonaría y que trabajaría duro para que a nuestro hijo no le falte nada nunca y ella solo me miraba y me sobaba la cabeza para calmarme, y yo le dije llorando que la amaba ahora no solo por ser tan linda, si no también por hacerme papá.
Luego de eso, todo estuvo bien, y hoy tendría un hijo o hija tal vez de cinco meses, si es que hubiera estado en los planes de Fiorella que así sea, pero no fue así, y un día de febrero, ayudada por sus amigas, las que espero sean devoradas por las llamas del infierno, si es que existiera claro, por asesinas, me quitaron la dicha de ser padre y volví a ser un hombre infeliz, sin ningún rumbo conocido, y además, arruinaron ese amor que sentía por Fiorella, pues me decepcione de ella a tal punto, que hasta me producía asco tocarla. Yo por supuesto no estaba enterado de nada y Fiorella llego un día a decirme que todo había sido mental, que no estaba embarazada, y no se por qué, pero no le creí, y su mirada triste por días me hacían dudar aun mas de sus palabras. Le pregunté si estaba segura y ella me juró por su madre, que era verdad, que se había echo otra prueba y que había salido negativo y me pedía que deje de pensar en eso y que ahora solo se dedicaría a estudiar y que no tendríamos sexo sin protección, esto ultimo por supuesto no se cumplió, pero era bonito decirlo, por que nos hacia, por lo menos en palabras, unos adolescentes responsables. Pero todo dio un giro de 360 grados, cuando husmeando entre los archivos de su computadora, encontré unas conversaciones en donde con todo el descaro del mundo, hablaban acerca del método utilizado para eliminar a ese pobre ser, que no quiso venir el mundo, al igual que ninguno de nosotros, y que fue arrancado de raíz, para terminar sabe Dios donde. Leí más, y descubrí conversaciones anteriores, en donde Fiorella les contaba su drama a esas sicarias, que se hacían llamar sus amigas y ellas les contaban sus experiencias abortivas y le recomendaban sueltas de hueso, al mejor abortero de San Martín de Porres, no pude leer mas, sentí que me desvanecía y que la ira se apoderaba de mí, juró que pude haber matado a Fiorella, pero me contuve y fui a reclamárselo y tal vez, solo Dios sabe, a vengar la muerte de mi hijo. Ella lo negó todo, puedo decirles que hasta se ofendió y yo estuve apunto de creerle, pero no lo hice pues esas conversaciones delataban lo ruin que fue y me demostraban que la chica linda de la que yo estaba enamorado, no era mas que una asesina que mato a un inocente niño que ni siquiera pudo defenderse. Después de eso todo fue mal, ya no podía estar cerca de ella sin pensar en lo que hizo y unos meses mas tarde, ayudado por el alcohol y la marihuana, que no se por qué pero me hacen sentir mas valiente, vengué a mi hijo y le hice a Fiorella algo que difícilmente borre de su mente o de su cuerpo, pero esa es otra historia.
Hijito lindo, si pudieras leer esto, te diría, que antes de que llegues yo era un hombre infeliz y cuando me enteré de la noticia del embarazo de Fiore, lloré mucho, tal vez como nunca he llorado y le agradecí a ella y a Dios por hacerme padre, y quiero que sepas también que Fiore y yo, te hicimos con todo el amor del mundo, que tal vez nunca se nos paso por la mente que llegarías, pero llegaste y nos alegraste la vida. Tal vez ni Fiore, ni yo estábamos preparados para que llegues y por eso ella, que siempre ha sido tan inteligente, prefirió que no nacieras, pero no la juzgues y en el caso que Diosito tenga que juzgar a alguien, que me juzgue a mí, por no ponerme ese pinche condón.
Fiore de mi vida, no quiero reprocharte nada, yo en tú caso hubiera echo lo mismo, jamás me hubiera embarazado de un hombre como yo, que no a servido, ni servirá de nada y al que además le gustan los hombres. Gracias por haberme echo feliz esos meses que duró mi paternidad y gracias por ser parte de esta historia, y de muchas mas.


D i e g o B. G r a n a d i n o


ofertas empleos

lunes, 16 de febrero de 2009

Mas que una amistad

Para Anthony, por su buena historia, que tal vez, también pudo ser la mía.

..."Júnior resignado, fue relevando su puesto de amante activo a la de un amigo, mas paño de lagrimas que amigo y aunque le hizo saber su deseo por volver las cosas a como estaban antes, Joaquin ya no pensaba en él, pues pensaba en otro, mas lindo y tal vez con un sexo mas prometedor que el suyo..."


Estoy solo y frente al monitor de mi computadora, que es mi gran cómplice y el primer receptor de los relatos, ciertos o falsos, que escribo. Un día como hoy murió mi abuelo y un día como mañana. 14 de febrero, lo enterraron, enternado y frío, entre los sollozos de todos los que lo quisimos. Por obvias razones no tengo ganas de salir con nadie en estas fechas tan mercantiles, nunca un febrero volverá a ser el mismo, por eso me resigno a escribir una historia que acabo de oír hoy hace algunas horas y que me ha gustado mucho y que además ha hecho que depure una historia llena de odios y venganzas que me había propuesto publicar, conmemorando estas fechas tontas, la próxima semana, tal vez mi abuelo así lo quiso. Esta historia me encanto desde la que oí, relatada magistralmente por un amigo que fue justamente, en mi época de adolescente confundido, mi amante.

Joaquin es un adolescente bisexual, que esta aprendiendo a aceptarse y respetarse a sí mismo. Tiene una novia, que desde luego no sabe que él también desea a los hombres, igual o más que ella, y esté por supuesto no tiene el mas mínimo deseo de hacérselo saber, pues piensa que su chica sufrirá y terminara dejándolo. Él en realidad la quiere y por eso le duele engañarla con amantes ocasionales, que cosas del destino, irían dejando de convertirse en muchos, para irse volviéndose, por culpa de un solo individuo, en un solitario y obseso amor platónico. No era la primera vez que Joaquin se enamoraba de esa manera de un chico, hace un tiempo cuando llego a vivir a ese apacible y recién inaugurado condominio, conoció a Júnior, un joven de rebuscada belleza, de estatura promedio y con un peinado singular. En un principio eran amigos ocasionales que cruzaban saludos y una que otra platica a diario. Conforme pasaba el tiempo, su amistad fue estrechándose hasta llegar hasta llegar a un punto sin retorno, y nuevamente cosas del destino, terminaron besándose desenfrenadamente, para luego, hacer aún mas físico su amor, sobre el sofá de la sala de Joaquin primero, y sobre su cama, testigo silenciosa de sus desenfrenos, luego. Esta relación, oculta y prohibida, como la catalogaba Joaquin, fue convirtiéndose de ser un pequeño juego de niños al comienzo, a una relación estable y llena de afectos normales de dos chicos enamorados, pero luego Joaquin comenzó a necesitar de Júnior no de una manera pasional, si no sentimental, y luego amical, y Júnior, a su pesar, fue dejando de ser un amante, para convertirse en portador solitario de cariño, mimos y uno que otro beso a su indiferente amigo. Las ocasiones sexuales fueron menguando a la par que el amor que Joaquin sentía por él, para convertirse en solo, una apacible amistad de su parte. Júnior resignado, fue relevando su puesto de amante activo a la de un amigo, mas paño de lagrimas que amigo y aunque le hizo saber su deseo por volver las cosas a como estaban antes, Joaquin ya no pensaba en él, pues pensaba en otro, mas lindo y tal vez con un sexo mas prometedor que el suyo y además, por que a su pesar, y todo sea por guardar las apariencias, tenía novia.
La noticia de la intrusa cayó muy mal en Júnior, tal vez por eso Joaquin guardo un tiempo más la noticia del nuevo amante, que en realidad aún no lo era, pero que posiblemente prometía ser uno y muy bueno. A Piero lo conoció socializando con su nuevo barrio, lo primero que se dijo al verlo fue: me tengo que acostar con este chico. Su piel trigueña, sus labios gruesos, su bello cuerpo y sobre todo esos rizos cobrizos que coronaban su cabeza, hacían que Piero fuera el nuevo protagonista de los sueños mojados de Joaquin, y mientas mas buscaba la manera de acercarse a él, mas Júnior lo buscaba y trataba de resucitar su amor. Joaquin aceptaba algunas veces, mas resignado, que motivado por el placer, y así poco a poco fue dándose cuenta que Júnior le mendigaba amor y él se lo fue dando por pena, mas que por placer. Piero mientras tanto entrelazaba una buena amistad con Joaquin, amistad que con el tiempo solo seguía siendo eso, muy a pesar de Joaquin claro, y el deseo que este sentía por él se fue volviendo frenético, obsesivo, incurable y dejo a su novia con el simple propósito de dedicarle mas tiempo a Piero, que no sospechaba en lo mas mínimo sus intenciones; olvido completamente acostarse con Júnior, que ahora solo se resignaba a oírlo hablar por largas horas hablar de Piero, y esto solo para estar a su lado. Piero nunca había mirado a Joaquin de otra manera que no fuera amical, tampoco había esperanzas de que alguna vez lo haga pues a simple vista era un joven heterosexual, que no tenía ningún deseo por descubrir otros campos amatorios, por lo menos por ahora. Joaquin cada vez que estaba a su lado trataba de rozar su cuerpo inventando juegos improbables y cada vez que lo hacia su piel se erizaba y su mente imaginaba por momentos circunstancias inenarrables, propias de una película pornográfica. Piero, aunque le parecían extraños, no dudaba de la masculinidad de su amigo, que no era muy demostrada en sus gestos y poses, pues estos eran un tanto femeninos, pero confiaba en Joaquin que muchas veces le había repetido que le gustaban las mujeres y solamente las mujeres. Pero un día, de esos que se les llama: un mal día, Piero le dio a Joaquin una noticia, que probablemente debió alegrarlo pues era su amigo, pero en cambio lo entristeció pues él, mas que su amigo, se sentía su amante; Piero estaba de novio con una chica linda, no tanto como él, pero linda al fin, y Joaquin que siempre supo como camuflar sus sentimientos, esta vez, quizá motivado por los celos enfermizos que envenenaban su obsesión, no pudo hacerlo. Le hizo una escena dolorosísima, colmada de llantos y de ruegos, le pidió que se alejara de la chica y procuro calificarla con los peores adjetivos existentes, Piero notablemente ofendido trato de defender a su chica y discutió fuertemente con él, se dijeron cosas que tal vez no hallan querido decirse y procuraron cada uno hacerse sentir mal con las cosas que se decían. Al final Joaquin se fue inundado en lágrimas y busco a su Júnior, al que él recordaba solo en momentos como este y le contó todo, y Júnior también lloró y maldijo el momento en que Piero se cruzo en sus vidas y trato de besarlo, pero Joaquin no tenía ganas de besar a nadie, mucho menos a él. Júnior hubiera dado todo lo poco que tenía por que Joaquin se hubiera enamorado de él, solo un tanto de lo que estaba enamorado de Piero, y ahora lloraba mas, y abrazaba al pobre Joaquin que estaba destrozado, pero no tanto como lo estaba él, que veía al chico que amaba ahogarse en llanto por otro. Pero algo cambio drásticamente en ese ambiente de llantos y tristezas de amor, Joaquin había decido confesarle su amor a Piero, pensando erróneamente claro, que por eso, este dejaría a su chica; Júnior le advirtió que cometería el peor error de su vida, que en el caso de que no te quisieran, era preferible conservar una amistad y notoriamente estaba hablando de él, pero Joaquin que es un tonto, ni siquiera se percato de eso, y siguió obstinado en confesárselo esa misma noche y juro por toda su parentela que si era rechazado, no tendría otro remedio que procurar su muerte. Júnior sufría al verlo, pero ya estaba acostumbrado a él y a su testarudez y solo le tocaba darle por su lado, pues había aprendido a quererlo así y no quería pelear con él, mucho menos ahora que más lo necesitaba. Ya estaba decidido, esta noche lo haría, le confesaría todo el amor que le tenía, todo el deseo animal que tenía por revolcarse con él, le confesaría las incontables noches en que se soñó besando sus labios y acariciando su delgado cuerpo, que hacia solo catorce años había llegado al mundo, y fue en ese momento de pensamientos crispados, donde Joaquin me llamo y por mi fama de zorro astuto, o mejor dicho de perra callejera, y tal vez por ser su ex-amante me pidió un consejo, y yo se lo di y le robe su historia, pues me recordó mi adolescencia y lo insté a confesarle su amor, mas por conocer el desenlace de esta tragedia, que por que este bien que lo haga, pues yo en verdad creo que fracasará. Espero que lo haya hecho, y que aún este con vida para contarme la segunda parte de su doble vida y yo, que soy escritor, y por lo tanto tengo la obligación literaria de escribirlo todo, narrarla a ustedes, mis lectores, que son pocos pero son.


autos usados

lunes, 9 de febrero de 2009

Dos motivos para hacerme una paja

A mi mano y a todas aquellas que me procuraron algun placer.




No me hago una paja hace semanas, si no meses. En realidad no lo necesitaba, pues hasta hace poco he tenido una agitada y bastante activa vida sexual y justamente eran mis novias(os) las o los que me las hacían. Aunque ahora, tal vez por las cosas horrendas que escribo o simplemente por que me he propuesto que así sea, mi rutina sexual se ha reducido a efímeras erecciones nocturnas y a pequeñas secreciones matutinas en mis calzoncillos. Pero lo que presencie ayer frente al gran espejo de mi sala, fue el detonante del que es posiblemente uno de mis mayores miedos y traumas desde que andaba en pañales: el acne. En mi rostro cansado y maltratado, tal vez por el exceso de maquillaje, habían aparecido un par de granos inescrupulosos, señoriales, humillantes, que humedecieron mis ojos y que le devolvieron a mi mente, esos momento de mi pubertad en que me burlaba de mis pobres compañeros que tenían poblada la cara de bultos rojos, dispuestos a reventar en cualquier momento y arrojarte su contenido. Uno de ellos era Adrian, mi mejor amigo (y si Dios que es tan misericordioso quiere, mi futuro esposo) y yo me burlaba de él aduciendo, estupidamente claro, que su acne era producto de su falta de sexo o en todo caso de la falta de una mujer y lo comparaba conmigo que en ese tiempo tenía mujer, una mujer que paradójicamente también fue su mujer, y le mostraba mi rostro casi aterciopelado, intacto, sin mancha o raspón alguno ; y mírenlo ahora, él es quien tiene un rostro envidiable, una carrera admirable, y sobre todo una suculenta y apetecible mujer, y yo tengo dos horrorosos granos, tal vez nunca tenga una carrera admirable y mucho menos una suculenta y apetecible mujer como la de él. Por eso lo decidí, emulando a esos filósofos amigos míos que conocen uno a uno los secretos urbanos, he optado por hacerme una paja y eliminar a esos malditos intrusos de mi rostro, mientras lo hago voy recordando como comenzó todo en mi infancia, como descubrí mi sexo y aprendí a quererlo y procurarle unos cariños casi diarios.
Eran los últimos días del 2002, año en que acabe la primaria. Mi padre había conseguido llevarme a vivir a su casa luego de una sangrienta pelea judicial con mi madre, yo estaba feliz, poco me importaba el hecho de que solo vería a mamá los fin de semana, yo estaba emocionadísimo pues veía todos los días a papá, algo que no hice antes pues nunca he vivido con él y el máximo de tiempo que habíamos pasado juntos eran dos días a lo mucho. Para convencerme de irme con él, mi padre, que es un zorro astuto, me prometió miles de cosas, que por supuesto no cumplió y justamente ese incumplimiento haría que unos meses mas tarde terminara escapándome de su casa y ocultándome en lugares impresentables y que aprenda vicios que tal vez nunca deba haber aprendido. Me dieron el cuarto de Eddy, el menor de mis tíos y el primer valiente en salir de la abadía en donde mis abuelos tenían enclaustrados a toda mi parentela. Era bastante amplio, su cama era enorme, contaba con un gran televisor y sobre todo, y esto lo hacia un cuarto estupendo, tenía llave. Al principio me daba miedo dormir solo, extrañaba a mamá, extrañaba pasarme a su cama cuando tenía frío, pero esa nostalgia fue menguando con el paso del tiempo y se me olvido aun más, conforme iba conociendo la programación de los canales de televisión en lo horarios prohibidos, en los que ni mamá, que siempre ha sido tan liberal y tan linda, me hubiera permitido verla. Ya me había pasado antes, muchas mañanas frías, había amanecido con algo duro entre las piernas, pero solo me pasaba escasas veces y yo que era un niño tonto, no le tomaba la mas mínima importancia, pero esta vez se me había puesto dura por ver televisión de noche. Mi primera paja fue viendo EMMANUELLE, en el canal 50 ¿Quién no se la ha corrido viéndola? Imaginándola cabalgando sobre uno, en esas escenas improbables de sueños cargados de ficción. ¿Quién no se ha imaginado entrando en ella abruptamente y haciéndola emitir unos sonidos mas que extraños? En ese tiempo tal vez yo era mas varón que ahora y por supuesto me enamore de esa chica que noche a noche, me procuraba placeres inenarrables, placeres que descubría muchos años después con mujeres reales, de carne y hueso, pero que primero descubrí con ella, sobre esa placentera cama. La primera vez que me toque, sentí una mínima sensación de placer, mas que eso, era el deseo de poder eyacular y cuanto mas me esforzaba por hacerlo, me iba dando cuenta de que no tendría éxito. Esto me deprimía y me hacia pensar un largo rato en que tal vez yo no había nacido para eso, y que por el echo de no poder eyacular no tendría descendencia y esto me entristecía aun mas. Me tocaba por horas y así como de sorpresa llego el día en que me vine sobre mi mismo y me sentí un hombre completo, tal vez el mas feliz del mundo, como me sentí cuando debute con una chica; pensé que todos esos malos pensamientos con chicos lindos, habían sido ilusiones pasajeras de un niño confundido y que después de esto solo me tocaría ser un varón circunspecto, que ande eructando y rascándose la entrepierna a cada instante y que valla embarazando mujeres por doquier. Pero esa extraña sensación de sentirme un verdadero hombre duro poco y luego empecé a serle infiel a mi chica imaginaria y a pensar en chicos lindos que había conocido en mi nueva y extraña escuela: Trilce, chicos a los cuales no siempre imaginaría, pues mas adelante terminaría haciendo realidad esas lujuriosas fantasías, pero esa es otra historia.
Tocarme se convirtió en casi un vicio, en un requisito indispensable para dormir las cuatro horas que he dormido siempre y no ha causa de que lo quiera, si no por causa de los malditos horarios del colegio. Luego de eso, y demostrando una vez mas mi estupidez, me propuse hacerme pajas en todas las habitaciones de la casa y así lo hice, tal vez por que soy muy astuto o por que soy un gran pajero, logre acariciarme a solas en el auto de papá, en la sala, en los dormitorios, en la cocina, en el inmenso patio, en la azotea y en cualquier otro lugar de esa enorme casa, que tal vez por los años se me halla olvidado. Y así estuve por meses, si no años, acariciándome, procurándome placeres que estaba seguro no mes los daría nadie, conociéndome, auto-explorándome, hasta que conocí a la mujer que obstruyo que yo me vuelva también una mujer, no se si agradecérselo o reprochárselo, pero lo hizo y desde ese instante olvide acariciarme, tocarme, olvide a EMMANUELLE y conocí otros placeres, tal vez mucho mejores que los que yo con mi humilde y trabajadora mano me podía brindar y esta mujer, que fue mi primera mujer, procuro hacerlo por mi con una destreza insuperable y le agradecí eternamente a Adrian por haberla adiestrado tan bien en las cosas del amor, y ahora que estoy nuevamente tocándome como hace cinco años: solo y en silencio, extraño un poco a Fiorella, un poco a Adrian, y mas pero mucho mas a EMMANUELLE y los evoco a gritos para eliminar a este maldito par de granos, que como dicen mis amigos los filósofos de la calle, solo se borraran con pajas o tirando, que en mi caso, es casi imposible. Por eso ahora me resigno a hacerlo y descubro que no estaba tan mal y me vuelvo a reconciliar con mi mano, que tantos placeres me ha brindado. Mi eterno agradecimiento a mi mano y todas aquellas que me hayan brindado placer alguna vez.

lunes, 2 de febrero de 2009

Juan y la cabina de internet


Conocí ese lugar gracias a mi mejor amiga y a mi mejor amigo, que por ese tiempo eran novios y que procuraban amarse y frotar sus cuerpos en ese reducido espacio, a escondidas y en silencio claro; en ese tiempo ninguno de los dos se imaginaria que terminaría primero, besándome con él y luego, unos años mas adelante, acostándome con ella. Al principio iba solo y me tocaba abruptamente imaginándolos haciendo el amor, ella sobre él o viceversa, besándose, acariciándose, sin hacer ruido y me venia sobre el piso, no era la primera persona del mundo que hacia eso, tal vez por eso pueda explicarse que el piso sea tan pegajoso.
Yo era un chico tonto, sin ilusiones, sin aspiraciones conocidas, al que siempre le ha gustado estar cerca de los mejores, de los mas populares, tal vez por que yo no lo era. Y justamente la primera persona a la que invite a esas cabinas, emulando a mis calentones amigos, fue Juan Malqui, lindo hasta cierto punto, simple, mucho mayor que yo y además un chico popular, tal vez el mas popular del colegio y eso y solamente eso, lo hacia mas atractivo para mi. Es totalmente incierta la manera en que comenzamos a hablarnos, él que estaba en un grado mas que yo, no tendría por que haberme dirigido la palabra nunca, mas él, que era lindo y que inteligentemente procuraba hablarse con todos, lo hizo. Me unía a él también, su estrecha amistad con Adrian, mi mejor amigo y tal vez el hombre que nunca seré, eso y mi escasa simpatía, hacían que Juan pueda reconocerme entre varios otros y por lo menos me pueda brindar un austero saludo y eso por supuesto me dejaba mas que contento, pues Juan que era un chico lindo y popular me reconocía y me brindaba sus saludos, y esto claro, me hinchaba de popularidad entre mis amigos, que en ese tiempo eran muchos, lastima que ahora tal vez por las calamidades que escribo, se estén reduciendo sustancialmente, como los fondos de Wall Street.
Las veces que hable con Juan, o que mejor dicho él me hablo a mí, fueron breves, y siempre trate de ser gracioso y lindo como él, aunque nunca con éxito, pues él era único y eso lo hacia lindo y le procuraba una vida futura exitosa. Ese día en el que me hablo y que yo lo miraba embobado y procuraba sonreírle como un tonto, él vestía una eterna polera naranja, que yo creo que la tenía pegada al cuerpo pues nunca lo vi con otra, usaba una bermuda de jean única también pues la tenía puesta hace mucho, y tal vez nació con ella puesta. Era el verano del 2005, estaba yo cursando un vacacional injusto, cruel, demoledor, además y esto complicaba las cosas, la dirección del colegio me había declarado la guerra y tenía como objetivo separarme de su plantel a costa de todo, guerra que gano al año siguiente, pero contra la cual yo luche como nunca he luchado contra nada, y perdí y por supuesto que en el camino ya había perdido a muchos amigos pues eran personas inteligentes y perspicaces y no convenía hablarse conmigo, pues sabían que tarde o temprano perdería una guerra en la cual luche como nunca y la cual perdí por que soy un tonto. Juan, que era un chico valiente, no se amedrento por las amenazas contra mi cabeza y contra quien este muy cerca de mi cabeza, que rondaban por todo el colegio, y me hablo retando a la directiva que me tenía bien chequeado y con la que ciertamente el se llevaba bien, y por eso le advirtieron cobardemente que se alejara de mí y él que siempre hizo lo que le vino en gana, no lo hizo y por eso esa mañana soleada en la cancha de fútbol recién estrenada, me hablaba, me abrazaba y yo era el hombre mas feliz del mundo, como lo era cada vez que me abrazaba Adrian, o cualquier otro chico lindo. Conversamos cosas tontas, el se ponía de pie y me relataba unas historias falaces que solo yo creía, y mientras estaba parado le veía el sexo debajo de sus ropas y lo notaba grande, abultado, provocador y tal vez fui poco prudente pues él noto mi cierto interés en conocer esa extensión tal vez prometedora de su cuerpo. No le incomodo en lo mas mínimo que lo miraba regularmente abajo, mas bien parecía gustarle y procuraba pararse de la mejor manera en la cual pueda exibirse su posible bien dotado sexo, la bermuda que llevaba puesto ayudaba mucho a que yo con mi imaginación encendida, pervertida y sucia, pueda recrear instantes improbables, teniéndolo a él como principal protagonista. Y hablando de cosas sin sentidos y tal vez envalentonado por mi obstinada mirada a su sexo, me comenzó a decir que conocía unas paginas de pornografía muy buenas, que tal vez yo estaría dispuesto a conocer también, y yo pensaba: claro y tal vez me gustaría hacer pornografía sucia contigo, papasito, pero esto no se lo decía, pues para ser famoso y popular, debes procurar ser lo mas heterosexual posible. Yo le acepte encantado esa invitación suya y ofrecí el mejor lugar que conocía: el hotel al paso de la avenida Venezuela, que fungía para la SUNAT, el municipio de Breña y para cuanto cucufato mas, de unas apacibles e intelectualonas cabinas de Internet. Estábamos cerca, apenas unas cuadras nos separaban del que sería un día imborrable de mi mente y de otras partes de mi cuerpo también, caminábamos rápido, como si fuéramos perseguidos por alguien, tal vez estábamos impacientes por ver esas pornos, o por vernos a nosotros mismos; en el camino me iba confesando su verdadera edad, que era mucho mas elevada de lo que yo pensaba y mientras lo hacia yo pensaba en que tal vez me estaba ilusionando inútilmente y que Juan que era un chico popular y lindo, sea un varón abyecto y yo, que no era popular y dudaba notoriamente sobre mi virilidad este cometiendo el peor error de mi vida. Llegamos y pedimos media hora, el administrador creo que sospechando de mis intenciones o notando que no veníamos necesariamente a buscar información o redactar correos, nos brindo la cabina 11, alejada, cómoda e impenetrable por mirada alguna. Pague yo y pasamos, él se sentó frente a la computadora y yo a su lado, me recosté en su hombro y espere que ingresara a la prometedora Web, lo hizo, el nombre de esta nunca se me olvidara y lo recordare tal vez hasta mi ultimo día de existencia, que puede ser hoy, nunca se sabe. “Leche Caliente”, ese era el nombre exquisito y provocador con el cual habían bautizado a esa Web. La página era una total apología al sexo oral en sus distintos modos y yo la tenía dura, igual que Juan creo, el se la cogía sobre la ropa y me miraba, y yo le rogaba a Dios que eso no fuera un sueño, trataba de contenerme, de permanecer tranquilo ante tamaña provocación. Era una tortura, Juan parecía disfrutarla, me miraba y tal vez se percato del hilo de saliva que trato de salir, inútilmente ante mi intervención, de mi boca; Juan se reía y no demoraba en poner otros videos inmediatamente, y yo lo deseaba con toda mi alma y no sabía como acercármele y sacarle el sexo y besarlo como lo hacían esas lujuriosas chicas de los videos. Entonces me decidí, fue un momento de mucho miedo, me seque las manos que estaban inundadas de sudor y se la cogí sobre la ropa, primero despacio y luego poco a poco y al ver su gesto aprobatorio, un poco mas fuerte. Él me miraba y sonreía y cambiaba los videos inmediatamente terminados, y me preguntaba: ¿Oye que haces?, y yo le respondía: Si no te gusta no sigo ah, a lo que él decía, pues es un chico lindo: si te gusta a ti, sigue no mas; Ahora lo deseaba mas que antes y la tenia bien dura, no se si quería metérsela o que me la meta pero la tenía muy dura, sentía que la pinga podía explotarme. Procure entonces continuar con el siguiente paso e intente, sin pedirle permiso antes, bajarle el cierre, él se opuso o trato de obstruir el acto, que es casi lo mismo, y me dijo que mejor no. Me sentí derrotado, humillado, disminuido y él, que es listo además de lindo, lo notó y me brindo la peor explicación que me pudo brindar en su vida, una explicación memorable, digna de contarla, y así lo hice luego, claro sin el consentimiento de Juan, que me odio mucho después de eso, y lo negó todo, obligándome a rectificarme. Rectificación que no hice en ese momento, rectificación que no haré nunca. Juan me dijo: no puedo, me da vergüenza, la tengo chiquitita, pudo haberme dicho pequeña o chica, pero dijo chiquitita y esto agrando tremendamente mis intenciones por besársela, pues yo, que soy un tonto, imaginaba que era una truco suyo para verse mas interesante y que ese bulto bajo sus shorts, tal vez dos tallas mas chicos de los que el tendría que usar, era un pene enorme, destructor y delicioso. Le dije que no importaba, que esas cosas no son relevantes, y procure irle bajando el cierre mientras le hablaba al oído, dejo que lo hiciera casi a la fuerza, y cuando lo hice, le desabroche esa bermuda que tal vez nunca se había desabrochado y conocí su sexo, que tal vez hubiera preferido no conocer y seguir imaginándomelo, enorme, lindo y sabroso, como él. Le di la razón en cuanto su descripción, su sexo no era pequeño, no era tampoco chico, era chiquitito, vergonzante, minúsculo, propio de un niño de ocho años o de tal vez menos; no lo mire a los ojos pues tenía miedo a reírme y para no hacerlo sentir mal ante mi notorio rechazo, trate de besárselo, pero me fue imposible, juro que me fue imposible, era complicadísimo por eso desistí y comencé a frotárselo y en ese instante, tal vez ni al minuto de comenzar a tocárselo, eyaculo una cantidad inimaginable de semen, que no creí que pueda almacenarse tanto esperma dentro de tan pequeño recipiente. Todo fue a depositarse en sus manos, un tanto mas a las mías y otro poco a su calzoncillo rojo, inolvidable, trate de ayudarlo y limpie mis manos en la pared y le dije que hiciera lo mismo, dejamos unas manchas enormes, notorias, y mal olientes, yo, con el poco que estaba sobre su calzoncillo escribí sobre la pared nuestras iniciales y hoy casi después de cuatro años siguen hay en la maquina once, expuestas al publico en general, que pensara que son las iniciales de un par de chicos enamoradísimos que tratando de eternizar su amor escribieron sus iniciales.
Después de eso, la maquina once y muchas maquinas mas, serian las testigos silenciosas de mis desenfrenos y amoríos locos, pues en ellas, le he hecho sexo oral a medio mundo y claro hay que ser justos, me lo han hecho a mi también. Tal vez algún día haga historias sobre otros acompañantes que fingiendo hacer un trabajo, terminaron pasando a formar parte de mi larga lista de amantes, por ahora mi eterna gratitud a esas cabinas de Internet que fueron mi primer hotel y les prometo, que si algún día tengo dinero, que es improbable, comprare ese local y ampliare los espacios, para que así podamos hacer el amor mas cómodamente.